Los adagios, surgidos de la sabiduría popular como sentencias innegables, no se equivocan. El comportamiento de la economía mundial dista mucho de lo que se pensaba antes de que apareciera el primer caso de covid-19 en China.
¿Sorprendió la pandemia a los expertos? Hay quienes descartan la Teoría del Cisne Negro, de Nassim Taleb, entre los que están el economista dominicano Haivanjoe Ng Cortiñas. Otros, sin embargo, entienden que sí, que la crisis sanitaria global llegó de sorpresa.
En lo que respecta a República Dominicana, cuya economía venía creciendo por encima del promedio de la región, a veces disputándose el primer lugar con Panamá, las proyecciones oficiales apuntaban a un crecimiento de un 5.0%. La expansión del producto interno bruto (PIB) fue de 5.1% en 2019.
En enero de este año, cuando aún ni se mencionaba el covid-19 en el contexto local ni internacional con potencial de afectar la economía, el Banco Central informó que el Indicador Mensual de Actividad Económica (IMAE) creció un 4.7%, ubicándose cercano a su potencial, a pesar de los efectos adversos presentados en el entorno internacional y doméstico de alta incertidumbre y expectativas negativas.
El comportamiento de la economía, indicaron las autoridades monetarias, se explicó principalmente por el efecto rezagado de las medidas de estímulo monetario adoptadas a mediados de 2019, las cuales consistieron en la disminución en 100 puntos básicos de la tasa de política monetaria y la liberación de más de RD$34,000 millones del encaje legal para ser prestados a los sectores productivos a una tasa fija máxima de 9.0% y a un plazo de seis años.
Durante la crisis del covid-19 la economía también tuvo enfrentar una devaluación inusual de la moneda dominicana frente al dólar estadounidense. En este orden, el Banco Central explicó que desde enero desplegó una estrategia de intervenciones cambiarias a través de su Plataforma Electrónica de Negociación de Divisas, inyectando al sistema US$869.5 millones, de los cuales US$782.6 correspondían principalmente al sector privado y US$86.9 millones al Banco de Reservas para cubrir compromisos de la Refinería Dominicana de Petróleo (Refidomsa).
“Estas intervenciones, combinadas con las colocaciones de venta de los bancos múltiples y agentes del sistema financiero ha permitido suplir la demanda de divisas en el mercado, manteniendo un flujo adecuado de la moneda norteamericana en la economía, con lo cual el sector privado ha podido operar normalmente y sin contratiempos en un clima de estabilidad cambiaria”, aseguró el Banco Central a través de un comunicado.
La pandemia hizo que por primera vez el gobernador del Banco Central, Héctor Valdez Albizu, firmara un comunicado de esa entidad monetaria, a fin de explicar las nuevas proyecciones de la economía y transmitir confianza a los agentes económicos.
“Durante el año 2020 el mundo se ha enfrentado a la pandemia del covid-19 que causó el cierre temporal de la mayoría de las actividades económicas, debido a medidas de confinamiento dirigidas a contener la propagación del virus y así reducir las pérdidas de vidas humanas. Este choque adverso de gran magnitud ha llevado a una revisión a la baja del crecimiento económico, proyectándose una variación del producto interno bruto (PIB) mundial de -5.2 % en 2020, aproximadamente ocho puntos porcentuales por debajo de la expansión de 2.4 % alcanzada en 2019, según las proyecciones más actualizadas del Banco Mundial (BM) publicadas en junio”, planteó Valdez Albizu, quien también fue ratificado para continuar al frente del Banco Central por lo menos durante los próximos dos años.
El 1 de marzo de este año, cuando se reportó el primer caso de covid-19 en República Dominicana, todo cambió. Aunque se intentó minimizar sus efectos en un contexto de campaña electoral, luego de la suspensión de las elecciones municipales de febrero, lo que vendría luego del 15 de marzo no estaba en las proyecciones de las autoridades. Una vez el Gobierno decretó el estado de emergencia, cerrando las fronteras y limitando las actividades económicas, el Banco Central decidió quitarle 100 puntos básicos la tasa de política monetaria (TPM), llevándola de la 4.50% a 3.50% anual, la cual se había mantenido establece desde agosto de 2019.
El paquete de medidas económicas incluyó, entre otras cosas, el otorgamiento de una gracia de tres meses a los deudores para el pago de los préstamos a las entidades de intermediación financiera, protegiendo así el importante índice de morosidad. La suspensión de empleados fue compensada, en parte, con los programas del Gobierno.
El presidente Luis Abinader recibe la administración del Estado en uno de los peores episodios de la historia, caracterizada por una crisis económica generada por la pandemia. El contexto obligó a la gestión de Danilo Medina a reformular el Presupuesto de 2020, a variar la proyección de déficit fiscal respecto al producto interno bruto (PIB) y el endeudamiento público, que ya había aumentado en más de un 79% entre 2012 y 2019.
De acuerdo con NG Cortiñas, aunque las medidas tomadas por el Banco Central han sido correctas, también ha sido insuficientes, ya que, a su entender, se requiere de una política pública más ambiciosa e innovadora, por lo que recomienda la colocación de bonos para adquirir liquidez en divisas, lo cual sirve para reactivar la economía.
Antes del covid-19 sólo se habla del impacto de los conflictos comerciales entre Estados Unidos y China. En su informe Situación y Perspectivas de la Economía Mundial (WESP) 2020, las Naciones Unidas estimaron que las fricciones entre los dos gigantes provocó una reducción del 2.3% del PIB global en 2019.
Este informe proyectó un crecimiento del 2.5 % en 2020. Sin tomar en cuenta lo que significaría el covid-19, señaló que la reavivación de las tensiones comerciales, la inestabilidad financiera o la intensificación de las tensiones geopolíticas podrían frustrar dicha recuperación.
En un escenario negativo, indicaba, el crecimiento global se ralentizaría hasta solo el 1.8 % en este año. “Una fragilidad prolongada de la actividad económica mundial puede provocar importantes retrocesos para el desarrollo sostenible, incluidos los objetivos de erradicación de la pobreza y creación de empleos dignos para todos. Al mismo tiempo, las desigualdades predominantes y el agravamiento de la crisis climática están alimentando el creciente descontento en numerosas partes del mundo”, destacaba el informe de la ONU.
El secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, advirtió que estos riesgos podrían infligir daños graves y duraderos a las perspectivas de desarrollo. Asimismo, amenazaban con fomentar una mayor preponderancia de las políticas orientadas hacia adentro, en un momento en el que la cooperación global resulta fundamental. Desde que el covid-19 fue declarado pandemia todas estas afirmaciones pasaron a otro plano de importancia.
Respecto a Estados Unidos, refería que la reducción de las tasas de interés por parte de la Reserva Federal debía suponer un cierto apoyo a la actividad económica. No obstante, dada la constante incertidumbre política, la débil confianza empresarial y el decreciente estímulo fiscal, el crecimiento del PIB en Estados Unidos se ralentizaría del 2.2% de 2019 al 1.7% en 2020.
En la Unión Europea, destacaba, la incertidumbre global continuaría frenando al sector manufacturero, pero contaría con la compensación parcial de un crecimiento estable en el consumo privado, lo que permitiría un modesto incremento del crecimiento del PIB del 1.4% de 2019 al 1.6 % en 2020. Obviamente, esto era de la pandemia.
A pesar de importantes factores adversos, según el informe, Asia Oriental sería la región destinada a crecer a mayor ritmo y la que más contribuiría al crecimiento global. Respecto a China, las previsiones apuntaban a que el crecimiento del PIB se moderara gradualmente del 6.1% de 2019 al 6.0% en 2020 y al 5.9 % en 2021, con el respaldo de unas políticas monetarias y fiscales más acomodaticias. Se esperaba, además, que el crecimiento de otros grandes países emergentes, como Brasil, India, México, la Federación de Rusia y Turquía, experimentaran cierto impulso en 2020. Sin embargo, ninguna de estas previsiones tuvo cabida luego de la aparición del covid-19.
Para muchos, el progreso hacia una mejor calidad de vida se ha paralizado
África ha experimentado una década de casi estancamiento en el crecimiento del PIB per cápita y muchos países de todo el mundo continúan debilitados debido a los efectos de la caída de los precios de los productos básicos de 2014 a 2016, lo que dio como resultado pérdidas de producción constantes y reveses en la reducción de la pobreza. En un tercio de los países en desarrollo dependientes de productos básicos (hogar de 870 millones de personas), los ingresos reales medios son más bajos actualmente de lo que lo eran en 2014. Esto incluye a varios grandes países como Angola, Argentina, Brasil, Nigeria, Arabia Saudita y Sudáfrica.
Al mismo tiempo, el número de personas que viven en pobreza extrema ha aumentado en distintos países del África subsahariana y en algunas zonas de América Latina y Asia Occidental. El avance sostenido hacia la reducción de la pobreza requerirá un importante impulso para el crecimiento de la productividad y compromisos firmes para abordar los altos niveles de desigualdad. Las estimaciones de la ONU indican que, para la erradicación de la pobreza en gran parte de África, se necesitaría un crecimiento anual per cápita de más del 8%, en comparación con la tasa promedio de solo un 0.5% de la última década.