No sólo los periodistas vivimos comparando lo incomparable. Instituciones oficiales del área económica y organismos internacionales hacen comparaciones no sólo dudosas, sino que pudieran confundir a los incautos. Pero lo que conviene siempre resulta agradable a los oídos aunque sea una mentira.
Me explico: en Economía las magnitudes o variables de tipo flujo, como el PIB, es decir, el valor de todo lo producido en un período, según la teoría, no debería compararse con la deuda, ya que es una variable de tipo stock (existencia). ¿Entendió? Mientras que el PIB es lo que se produce en un período, generalmente un año, las variables de existencias (stock) se refieren no a un período, sino a un momento preciso. Espero que haya entendido.
“Las estadísticas pueden servir tanto para informar como para confundir”, sostiene Josu Mezo, profesor de la Universidad de Castilla-La Mancha y editor del blog Malaprensa.com. Acorde con su criterio y aplatanando su afirmación, creo que hemos sido “embobados” durante toda la vida.
Los gobiernos, conscientes de la ignorancia han aprovechado la rendija. Ahora pudiéramos entender a algunos economistas que prefieren no comparar la deuda con el PIB, sino con los ingresos fiscales. ¿Por qué? Porque a fin de cuentas no es el PIB el que paga la deuda, sino el flujo que se logra al cobrar las impuestos. Quizá es necesario llegar a un acuerdo tácito: las magnitudes económicas distintas no deberían compararse ni para bien ni para mal. E
l analista español Jesús Sánchez-Quiñones, en un artículo que tituló “Distinguir entre flujo y ‘stock’”, afirma que “la información recogida por los medios de comunicación sobre datos económicos suele confundir el comportamiento de los flujos con la evolución de los stocks. Esto ocurre, entre otras variables, dice, con los datos de creación de empleo y el paro, o con el déficit público y el nivel de deuda pública. Afirma que el flujo es relevante en cuanto afecta al stock, aumentándolo o reduciéndolo.