Hay una coincidencia entre todos los sectores que convergen en esta coyuntura histórica de República Dominicana. Sin excepción, es decir, los de arriba, los de abajo y los que están en esquinas diferentes, han asumido un compromiso por la preservación y la defensa de la democracia, la libertad de expresión y los derechos fundamentales de todos los dominicanos.
Lo que sucedió el 16 de febrero de este año no tiene precedentes en la historia democrática dominicana. Su repercusión no sólo se enmarca en los efectos económicos que pudiera traer al país, ya que algunas inversiones asumen una posición de hibernación hasta que todo pase, sino que deja una marca indeleble en el Estado de derecho.
¡Qué bueno que empresarios, políticos, Gobierno, sociedad civil y la población en sentido general han entendido la magnitud y efectos que tiene sobre la democracia el hecho de haber suspendido las elecciones! No se trata sólo de verificar que ciertamente hay mucho en juego. República Dominicana ha disfrutado de una estabilidad que ha servido como modelo para otros países. Los acontecimientos tras la suspensión de las elecciones municipales han traído al escenario local las noticias que se leían de Chile, Bolivia, Puerto Rico, Argentina, Colombia, Nicaragua, Ecuador y otras latitudes, lo que demuestra que la realidad dominicana no es ajena al contexto latinoamericano.
Saludamos el llamado que han hecho el Consejo Nacional de la Empresa Privada (Conep), la Asociación Nacional de Jóvenes Empresarios (ANJE) y la Cámara de Comercio de Santo Domingo, entre otras entidades empresariales, de alcanzar un consenso entre los principales actores políticos y las autoridades. De igual forma, aplaudimos todas las investigaciones que llevarán a cabo entes imparciales de prestigio internacional, como la Organización de Estados Americanos (OEA), la Fundación Internacional para Sistemas Electorales (IFES) y la Unión Interamericana de Organismos Electorales (Uniore).
Depositamos nuestra confianza en la objetividad y transparencia de estas entidades. A lo interno sólo resta pedir a los actores, a todos, que mantengan la ecuanimidad y sepan esperar los resultados. El próximo 15 de marzo, de manera extraordinaria, hay un compromiso cívico al que es necesario acudir para recobrar el tiempo que pudo haberse perdido.
La confianza en el sistema democrático debe renovarse a partir de los resultados de las próximas elecciones. Como afirma la ANJE, “urge que concentremos nuestros esfuerzos en celebrar elecciones legítimas, masivas, y transparentes”. Ahí nos inscribimos.