Si José Ortega y Gasset estuviera vivo, ahora mismo estaría investigando el fenómeno que está ocurriendo en República Dominicana, con ramificación en el resto del mundo, con posterioridad a la suspensión de las elecciones municipales por parte de la Junta Central Electoral de este país. Este intelectual español, autor del libro “La Rebelión de las Masas” (1930), analizaba cómo la sociedad fue tomada por “intelectuales incualificados, incalificables y descalificados”, constituyendo una muchedumbre que ahora, refiriéndose al momento que vivía Europa”, estaba en los lugares anteriormente reservados para las élites, en los restaurantes y salas de teatro, y eran los que tomaban las decisiones políticas que, a juicio de este autor, era lo más grave.
Apuntaba también Ortega y Gasset que “la muchedumbre, de pronto, se hizo visible, se instaló en los lugares preferentes de la sociedad. Antes, si existía, pasaba inadvertida, ocupaba el fondo del escenario social, ahora se ha adelantado a las baterías, y es ella el personaje principal. Ya no hay protagonistas: solo hay coro”. Añade este autor que “El hombre-masa sabe que el Estado está ahí para protegerle pero es incapaz de ver su carácter artificial de creación humana. Al considerar al Estado como anónimo se siente así mismo anónimo y cree que el Estado es cosa suya. El peligro es la anulación de la espontaneidad histórica, pues el Estado se pone al servicio del hombre-masa, que accionará los resortes estatales cuando sienta que alguna minoría le desconcierta”.
Una nueva rebelión, sin embargo, similar a la de “las masas”, está teniendo lugar en la nación dominicana, pero expresado casi como un fenómeno surrealista, digno de estos tiempos, con un carácter inverso al explicado por Ortega y Gasset, pero que va en dirección a cambiar el rumbo de la historia, sin actores transcendentales ni líderes mesiánicos. Es la que nosotros hemos denominado “La rebelión de los ‘popis’”, jóvenes de clase media y clase media alta que, comúnmente se mostraban ajenos a la defensa de cualquier tipo de situación que fuera en contra del pueblo.
Hoy, los “popis”, caracterizados por no tener escaseces aparentes, han tomado las calles dominicanas, pero no aquellas de los barrios marginados, sino las propias, por donde ellos transitan y hacen vida, y desde allí están enviando un mensaje al mundo de que no negocian la democracia dominicana, y que están dispuestos a llegar, pacíficamente, hasta las últimas consecuencias, sin miedo y en orden.
Esta rebelión de los “popis” ha puesto en aprieto a muchos estrategas políticos, pues es un comportamiento colectivo de un grupo social al que no necesariamente se le pueden endilgar banderías políticas ni intereses mercuriales de corto plazo, pero tampoco afán de crear un caos. A estos “popis” hay que ponerles atención, y darles las respuestas que buscan, antes de que se unan a los “wawawá” porque, si esto ocurre, no se sabe a dónde parará la cosa. En serio.