Es casi seguro que nunca se llegue a saber, con certeza, los costos totales de la suspensión de las elecciones municipales, hecho ocurrido este pasado domingo 16 de los corrientes. A decir del presidente de la Junta Central Electoral, Julio César Castaños Guzmán, solo en la organización de esta contienda electoral el gasto total pasó de los RD$4,000 millones, esto es, compra de equipos que, al final, resultarán inútiles, y en organización general del certamen.
Sin embargo, eso no es todo, existen muchos otros costos, algunos ocultos, vinculados a este proceso. Los más visibles son las erogaciones que hicieron los candidatos a Alcaldes, sobre todo en las provincias de mayor importancia e interés para los partidos.
Se estima que el costo de una campaña electoral para una Alcaldía como la del Distrito Nacional, es de alrededor de 150 millones de pesos, en tanto que para un ayuntamiento mediano puede llegar hasta 50 millones.
Supongamos que se establece una media de RD$100 millones, contando que existen 158 municipios, el costo total sería de más de 15,000 millones de pesos. Pero veamos el caso de las regidurías, en donde se plantea que cualquiera puede llegar a gastar hasta 5 millones de pesos, y entendiendo que existen 1,164 posiciones de este tipo, el gasto total andaría cerca de los 6,000 millones de pesos.
Pero observemos también el gasto de bolsillo de los ciudadanos en la campaña. Muchos dominicanos han debido desplazarse a diferentes lugares del país para ejercer su derecho al voto. Estas personas, como mínimo, han debido disponer de, al menos, 1,500 pesos incluyendo transporte y alimentación; no así alojamiento pues se supone que, en cada caso, pernoctaría en casa de familiares y amigos.
Estimándose que solo un 5% de los habilitados para votar, de un total de 7.4 millones de personas, es decir, 374,350, tuvieran que movilizarse hacia otros puntos del país, esto arrojaría un gasto de familia de 561 millones de pesos. Y eso que la estimación solo tomó en consideración a los de a pie.
Ahora súmese lo que dejaron de percibir las empresas, los vendedores ambulantes, el negocio informal, los chiriperos, los centros de expendio de bebidas alcohólicas, las discotecas, etc., y esto de seguro le dará una suma respetable.
Y colocamos esto porque no es solamente lo que se gasta en una campaña electoral, sino también lo que se deja de percibir, lo que implica una perdida por partida doble. Ahora piense en que nueva vez tendremos este mismo rosario hasta el 15 de marzo y usted llegará la conclusión de que esto es una locura.
Probablemente estas elucubraciones contables no sean del todo rigurosas ni certeras, pero permiten concluir que la que se gasta República Dominicana es una democracia cara, con malos y escasos resultados que presentar.