Las estadísticas del mercado laboral son un excelente referente para determinar cuán bien o mal le fue a la economía durante un período determinado; en este caso, durante el pasado año 2019.
Para tener una idea, vamos primero a ver cómo nos fue en 2018.
De acuerdo con las publicaciones de la Tesorería de la Seguridad Social (TSS), en las que se registran los empleados formales que cotizan a la protección social, durante 2018 entraron a la formalidad 119,688 trabajadores nuevos, de los cuales 90,661 (75.7%) fueron aportados por el sector privado, mientras que 29,027 (24.3%) entraron como empleados del Estado centralizado y descentralizado.
El Banco Central indica en sus estadísticas que en 2018 se generaron alrededor de 150,254 nuevos empleos, por lo que, al restarle los 119,688 formales publicados por la TSS, se asume que los restantes 30,566 (20.3%) fueron nuevos empleos, pero informales.
Ahora veamos las estadísticas correspondientes al pasado año 2019.
Siguiendo con las publicaciones de la TSS, donde se registran los empleados formales que cotizan a la protección social, durante 2019 entraron a la formalidad 86,458 trabajadores nuevos, es decir, 33,230 (27.7%) menos que el año anterior, de los cuales apenas 41,233 (47.7%) fueron aportados por el sector privado, mientras que 45,225 (52.3%) entraron como empleados del Estado centralizado y descentralizado (pueden ser más del Estado, porque muchas entidades públicas no cotizan a la TSS, ya que tienen sistemas de seguridad social separados).
El Banco Central informó que en 2019 se generaron alrededor de 133,713 nuevos empleos, por lo que, al restarle los 86,458 formales publicados por la TSS, se asume que los restantes 47,255 (35.3%) fueron nuevos empleos, pero informales.
De las cifras anteriores se pueden sacar diversas conclusiones que concuerdan con la desaceleración que sufrió la economía dominicana durante el 2019 cuando alcanzó 5.1% frente al 7% que había crecido en 2018.
Veamos: En 2019 la generación total de empleos (privados + públicos + informales) se redujo en -11%, al pasar de 150,254 puestos de trabajo en 2018 a 133,713 nuevos empleos en 2019.
Además, se produjo una preocupante reducción en la generación de empleos formales al bajar de 119,688 en 2018 a 86,458 en 2019, con el agravante de que el sector privado redujo a menos de la mitad su aporte de empleos con apenas 41,233 nuevos puestos el año pasado frente a 90,661 el año anterior.
Esto indica que el sector público, es decir, empleos del Estado, aportó más de la mitad de los puestos formales con 45,225 trabajadores frente a los 29,027 que había aportado en 2018.
El desglose de los empleos generados en 2019 y su comparación con el año anterior permite ver que la desaceleración económica se sintió seriamente, ya que el sector privado redujo considerablemente su ritmo de aporte al mercado laboral, mientras que el Estado aumentó su nómina pública y la informalidad creció.
Aun así, sigue siendo positivo el hecho de que cada año la economía viene generando al menos 100,000 empleos nuevos, entre formales en informales, con lo que el mercado laboral en sentido general llega a los 4 millones 715 mil 879 trabajadores, de los cuales 2 millones 244 mil 106 (47.5%) aparecen como formales registrados en la TSS, mientras que los restantes 2 millones 471 mil 773 (52.5%) son trabajadores de la informalidad.
Hemos avanzado, aunque muy lentamente, en la reducción de la informalidad laboral, que hace uno o dos lustros superaba en 56% de la fuerza laboral activa, mientras que hoy es menos de un 53%. Ese limitado avance es una invitación a seguir luchando por la formalidad laboral.
Ojalá que este año, cuando la economía podría crecer prácticamente igual que como creció en 2019, la capacidad del sector privado aumente para que pueda generar más empleos formales y que se supere esa preocupante desaceleración del año pasado.
Es una tarea difícil, al considerar que este año es electoral, donde la campaña y las posibles tres elecciones antes de finalizar el primer semestre, sumado a un período largo de transición y la asunción de un nuevo gobernante, pospone más los planes de expansión e inversión privada.