Hace unos días, durante una entrevista que nos hiciera el acucioso periodista Marino Ramírez, nos preguntaba si la estabilidad de la economía dominicana incidiría sobre los resultados de las próximas elecciones, tanto las municipales como las congresuales y nacionales.
Nuestra respuesta inmediata fue de negación, entendiendo que los dominicanos, en sentido general, no le dan importancia a la estabilidad de las variables fundamentales de la economía, hasta que esta se pierde. Sin embargo, y partiendo de ese hecho, iniciamos una breve investigación para determinar cuáles han sido los resultados electorales de los últimos años, y cuál ha sido la situación de la economía en cada momento y si realmente existe alguna correlación entre estos dos procesos.
En primer lugar, partiremos de la hipótesis convencional de que los votantes deciden respaldar al gobierno de turno si los resultados económicos son satisfactorios y, por el contrario, le retiran su apoyo si la evolución económica no es favorable (Navarro, M. y Gallo, M., 2015). A este respecto, resulta que una función del voto está determinada no solo por variables económicas, sino también por variables de carácter político como es, por ejemplo, la popularidad de los candidatos.
Adicionalmente, se puede percibir que la cuestión no es solo si los resultados económicos afectan a los gobiernos, también tiene que ver hasta donde la situación de la economía inciden sobre los bolsillos de la gente, o si el ciudadano es indiferente a lo que pasa en la economía cuando va a ejercer su derecho al voto. Un supuesto interesante a este respecto es el colocado por Abuelafia y Meloni (s/f), quienes plantean que “los votantes son racionales y maximizan su utilidad esperada incluyendo como argumento central el bienestar propio y no el de la comunidad”.
La referencia bibliográfica consultada nos refiere, también, que los resultados electorales pueden verse influenciados por los resultados económicos, pero que esto varía en función del país, y no existe una ecuación única que se pueda utilizar como modelo para explicar esta relación.
Se parte, además, de una condición básica y es que un país debe estar viviendo en democracia para poder medir la incidencia de la política económica sobre la variable “política”, y viceversa. Otros aspectos como la cultura, la popularidad de los candidatos, una coyuntura social, el comportamiento populista de gobiernos y gobernados, pueden influenciar en la intención del voto, independientemente de cómo va la economía.
En el caso dominicano, no existe evidencia empírica que muestre que resultados positivos o negativos del comportamiento de la economía hayan afectado, de manera definitiva, los procesos electorales, a excepción de lo ocurrido con la crisis bancaria y financiera del 2003, la cual desencadenó un desprecio por el gobierno de turno, cuyas consecuencias fue la perdida de las elecciones en todos los niveles.