La economía con relato se comprende mejor. En realidad, cualquier tema expuesto en forma de relato tiene mayor posibilidad de ser comprendido y recordado. Es parte de la naturaleza humana. Nos viene de muy lejos, desde cuando empezamos a crear relatos para tratar de entender lo desconocido, y continúa en el presente, con ese y otros fines, algunos no siempre inocentes.
Roland Barthes lo resume radicalmente: “no hay ni ha habido un pueblo sin relato”. Si extrapoláramos esta sentencia, pudiéramos decir que tampoco hay, ni ha habido, ni habrá persona, institución, gobierno…, sin este recurso que arrastramos en los genes.
Por eso, en mi condición de comunicador y escritor, me encanta el formato que ha utilizado el destacado economista, ex contralor, ex superintendente de bancos y ex miembro ex oficio de la honorable Junta Monetaria, Haivanjoe NG Cortiñas, en sus dos últimos artículos publicados en el semanario elDinero, en los cuales narra, con apreciable calidad literaria, unas hipotéticas visitas sorpresa del eventual “presidente electo” de la república al ministro de Hacienda y al gobernador del Banco Central.
En estos escritos, NG Cortiñas se apoya en la técnica del storytelling y en el arquetipo del personaje explorador para mostrar el viaje iniciático del candidato triunfador a las dos instituciones que, a juicio del autor, debe visitar antes que nada aquel que dirigirá la nación durante los próximos cuatro años.
El relato es básicamente descriptivo, con diálogos entre coloquiales y teatrales, con una progresión a la que tal vez le hubiera convenido algunas elipsis para darle mayor agilidad. Pero el texto está bien y responde al propósito del autor de presentar al vencedor electoral en sus primeros vericuetos oficiales.
Confieso que mi interés en estos artículos se limitaría a comentar los recursos literarios y de comunicación que contienen si no fuera porque al final del segundo de ellos el autor formula unas preguntas sobre el quehacer económico del Banco Central que considero necesario responder, honrando el deber de esta institución de ofrecer informaciones oportunas y de practicar la transparencia.
El propósito presenta un obstáculo personal: la economía no es mi especialidad. Sin embargo, gozo de un privilegio: soy comunicador con acceso directo a las autoridades y al equipo técnico del Banco Central.
De manera que, con esa ventaja a favor, he preparado algunas respuestas que puedo manejar con los conocimientos adquiridos en el cumplimiento de mis funciones, y en otras he consultado a algunos de los especialistas relacionados con las inquietudes económicas que, según el señor NG Cortiñas, plantearía el “presidente electo” de su relato a nuestra institución.
A la primera pregunta: ¿considera el BC ineficaz e insuficiente el gasto público y por eso con frecuencia hace uso de algunas herramientas monetarias para influenciar a la economía hacia el crecimiento?, responderíamos que el BC no es la institución llamada a calificar los niveles del gasto público ni las variables fiscales porque su función fundamental, de acuerdo con la Constitución de la República, es la estabilidad de precios, la cual logra adecuando la oferta monetaria a la demanda real de la economía. Ahora bien, el BC opera con una estrategia de metas de inflación. En los casos en que no existen presiones inflacionarias y la economía presenta un crecimiento moderado, un banco central podrá adoptar medidas para estimular el crecimiento económico, siempre y cuando la meta de inflación no se ponga en riesgo.
A la segunda pregunta: ¿Cuáles esfuerzos ha realizado el BC para que el gobierno cumpla con el 0.7% o el 0.6% del PIB establecido en las leyes de Presupuesto, como aporte a la capitalización del banco, y en qué nivel se ha realizado?, informaríamos al alegado “presidente electo” que los montos correspondientes a esos porcentajes establecidos en el presupuesto general de la nación han sido enviados sin falta en la presente gestión del Ministerio de Hacienda, a la vez que se ha consensuado con las autoridades de esa institución un nuevo plan de recapitalización que esperamos se convierta en ley prontamente.
NG Cortiñas imagina que el “presidente electo” también preguntaría al BC si considera que el desmonte de los RD$605 mil millones en certificados financieros del BC no ha dado los resultados esperados y es la principal causa del déficit cuasi fiscal, y le señalaríamos al “próximo mandatario” que actualmente el déficit cuasi fiscal representa sólo el 0.9% del PIB, considerablemente más bajo que el 3.7% del PIB que cuando se originó el problema en el año 2003, con la clara ventaja de que el BC ha logrado actualmente reservas internacionales superiores a los 8 mil millones de dólares, contrario a la situación del 2003, cuando las reservas eran negativas. Adicionalmente, con el nuevo proyecto de Ley de Recapitalización ya mencionado, en un período de 7 a 8 años los economistas tendrían que buscar otro tema con el cual entretenerse, pues el déficit cuasi fiscal y el stock de certificados del Banco Central serán temas del pasado.
En el relato de NG Cortiñas, el “presidente electo” indagaría por qué el BC no publica un reporte periódico acerca de la administración de las reservas internacionales netas, a lo que responderíamos que revelar detalles de esas operaciones, que están a cargo de un comité interdepartamental del BC asesorado por el Banco Mundial, afectaría el rendimiento de la colocación de estos recursos. (Esta pregunta, por cierto, evidencia que el personaje del relato desconoce cómo interactúan estos mercados, sus fluctuaciones, y la discreción que exigen).
El “presidente electo” de NG Cortiñas parece ser incisivo y también desearía saber por qué el BC no publica las reestimaciones y explica los fundamentos de la corrección cuando los supuestos que han dado origen a las estimaciones del PIB, la tasa de inflación y del tipo de cambio, han variado; y le indicaríamos que el BC emite mensualmente su comunicado de política monetaria donde establece con claridad las proyecciones macroeconómicas locales e internacionales que usa para su toma de decisiones, además de explicar la racionalidad de cambiar o mantener la postura monetaria. (En este caso, parece extraño que el escritor del relato, dado su amplio dominio de la economía y por haber sido miembro de la Junta Monetaria, no supiera que las proyecciones de las variables del marco macroeconómico que él menciona se presentan en el Informe de Política Monetaria (IPOM), que el Banco Central publica dos veces al año, donde se explican las condiciones externas e internas que afectan el comportamiento de dichas variables).
“Sobre la tasa cambiaria, los exportadores aseguran que el BC crea distorsiones en el mercado cambiario, al presionar a los bancos en torno a un tipo de cambio acorde con lo estimado y no por lo que dicta el mercado. ¿Qué opina al respecto?”, plantearía el “presidente electo” del relato, y le diríamos que no es cierto que el BC genere distorsión, añadiendo que para hacer aún más transparente este aspecto se ha puesto en funcionamiento la Plataforma Electrónica de Negociación de Divisas, en la que participan, a la vista y en tiempo real, todos los agentes autorizados. Esta herramienta es utilizada por casi todos los países de Latinoamérica y numerosas naciones del mundo.
“La deuda externa la paga Hacienda”, le aclararíamos al “presidente electo” del relato, quien se interesaría en saber si el Banco Central, basado en las reservas internacionales netas, estaría en condiciones de atender las presiones del aumento del pago del servicio de la deuda externa de los próximos años. En otras palabras, el Banco Central no es responsable del pago de la deuda, y de hacerlo, estaría emitiendo inorgánicos y descapitalizando las reservas internacionales, lo cual es penalizado por el Ley Monetaria y Financiera 183-02.
Acerca de la publicación de las actas de las reuniones de la Junta Monetaria, que también reclamaría el “presidente electo”, le explicaríamos que dichas actas son la recopilación de las Resoluciones dictadas por este alto organismo, y que, según el artículo 22 de la Ley Monetaria y Financiera, pueden publicarse las que son de carácter general y normativo, como en efecto se hace; pero que hay Resoluciones de carácter confidencial cuya publicación pudiera ser postergada o restringida, para no afectar el normal desenvolvimiento de las entidades del sistema financiero o de un banco en particular.
Responder estas preguntas del hipotético “presidente electo” en el relato del señor NG Cortiñas, o sea, llenar de realidades la imaginación literaria, me permite apuntalar, por rebote, el relato del Banco Central como una institución rigurosamente técnica, con un personal altamente calificado, cuya misión es servir al país y la ciudadanía a través de la estabilidad de precios y la regulación del sistema financiero.
El ejercicio también me ha dado el placer de mezclar literatura, comunicación y economía. No es nada nuevo. Deirdre N. McCloskey dijo hace cuarenta años que “la economía es esencialmente una disciplina narrativa, y que no es casualidad que la ciencia económica y la novela nacieran al mismo tiempo”.