Según la Real Academia Española (RAE), mamonearse es un verbo que quiere decir todo lo contrario al sentido o acepción que le damos los dominicanos. Aquí creemos que “andar con mamoneos” es sinónimo de ser un blandengue, flojo, haragán, holgazán y timorato, entre otros significados.
Desde ahora debe saber que es todo lo contrario: su significado es trabajar duramente, esforzarse. Y esto, si nos ponemos a pensar en la realidad actual de nuestro país, especialmente por el déficit fiscal y la rapidez con que nos endeudamos, es lo que debe hacer la próxima gestión que estará al frente de los destinos del Estado dominicano.
A los fines de valorar en su justa dimensión el crecimiento obtenido por el país en 2019, que según el Banco Central terminó en un 5.1%, cabe puntualizar que el año recién transcurrido estuvo caracterizado por un entorno internacional convulso asociado a tensiones sociopolíticas y disputas comerciales entre las principales economías a nivel internacional.
Esta situación indujo una desaceleración sincronizada en la actividad económica en la mayoría de los países. El Fondo Monetario Internacional (FMI) afirma que un 90% de la economía mundial experimentó un menor crecimiento en 2019.
En el caso dominicano será necesario tomar medidas fuertes (o agrias) en principio, las cuales se traducirán en un apalancamiento de la economía dominicana porque ayudarán a mejorar las razones del crecimiento dominicano. El déficit público, provocado por un sector eléctrico ineficiente y un endeudamiento del Banco Central, arrastrado desde la crisis financiera de 2003, son, sin quizá, dos de las principales cargas financieras.
También es justo reconocer que la aplicación del 4% del producto interno bruto (PIB) al sector educativo, sin haber sometido una reforma tributaria real, representó un error financiero del Estado.