La economía dominicana sigue demostrando su capacidad de reponerse, de levantarse rápidamente y de generar niveles de confianza sostenibles en los inversionistas. La colocación de US$2,500 millones en bonos por parte del Ministerio de Hacienda, a juzgar por lo que afirman las autoridades, es una muestra de la confianza que los mercados de capitales tienen en el futuro del país a corto, mediano y largo plazos.
De acuerdo con los datos dados a conocer por el Banco Central, el producto interno bruto (PIB) dominicano terminó 2019 en torno a una expansión de un 5% respecto a 2018, lo que quiere decir que en términos netos el valor agregado fue de aproximadamente US$4,276.8 millones, es decir, pasó de US$85,537 millones, que fue el cierre de 2018, a US$89,813.7 millones en 2019.
Esta noticia es, por supuesto, motivo de celebración y regocijo, pues lo importante, ante cualquier otro resultado adverso, es crecer. De ahí a la expansión equitativa de la economía con capacidad de generación de empleos de calidad, así como de un entorno que permite la inversión sin trabas, es otra cosa que sería necesario tratar a profundidad.
El crecimiento económico dominicano, de referencia en la región durante los últimos años, tiene algunas variables de alta ponderación, las cuales vale la pena plantear. Y surge la pregunta: ¿Cuáles son los fundamentos de la expansión del producto interno bruto (PIB), toda vez que cada año el país se ve compelido a acudir a los mercados de capitales a financiar el déficit en vez de generar ahorro interno o superávit?
El crecimiento económico no necesariamente significa bienestar o desarrollo humano. La fórmula para traducir la bonanza de la economía en mejores condiciones para los ciudadanos hay que aplicarla en todas sus partes. Una economía que no genera empleos de calidad está incapacitada para ofrecer verdaderas oportunidades de movilidad social a su población. Sólo hay que mirar cuál ha sido el comportamiento del sector industrial dominicano respecto al PIB, por lo menos durante los últimos diez años, para darse cuenta de que algunas cosas no funcionan correctamente.
La economía dominicana, al parecer, está anclada en sectores muy volátiles como son remesas y turismo. Atraer inversión de calidad, que genere valor agregado, debería estar en la agenda país. Resulta paradójico que el PIB dominicano siga expandiéndose tanto como el endeudamiento. Un día pasará algo y surgirán las preguntas sin respuestas aparentes.