Mucho se ha hablado del modelo económico dominicano. ¿Cuál es el que se implementa en nuestro país? ¿Cuáles son sus bases fundamentales? ¿Cómo definirlo? ¿Es de una economía con vocación exportadora, de servicio, industrial o una combinación de todos?
Sin importar el modelo económico que se implemente, cuando las posibilidades de generar empleos son escasas, cuando la industria nacional y la inversión extranjera no tienen la posibilidad de desarrollarse en un contexto competitivo; cuando los costos de hacer de negocios se encarecen por diversas variables, principalmente los asociados a la corrupción, entonces estamos hablando de gestión.
Quizá no sea el modelo económico el equivocado. Más bien, si nos ponemos a pensar de manera profunda, que es lo mismo que hacer introspección, podríamos llegar la conclusión que hemos sido muy malos gerentes del modelo económico actual. ¿A caso hay alguna diferencia entre la forma en que China maneja su economía y nosotros los dominicanos? Claro que sí.
Su enfoque está en ser competitivos sobre la base de ofrecer las condiciones necesarias a las empresas locales y extranjeras. Sus líderes saben que si no generan empleos formales, aunque no sean los mejores, hay un problema social en potencia.
Nosotros hemos pasado por diversas etapas en nuestra historia económica. Desde un sistema productivo primitivo, que comenzó a transformarse durante la tiranía de Trujillo hasta pasar por el modelo de sustitución de importación, convirtiéndonos luego en una economía de servicios. El turismo y las zonas francas son dos ejemplos vivos de una economía diferente.
No es posible seguir sustentado el crecimiento económico (no el desarrollo) en ver si las remesas aumentarán año tras año, pues eso implica dos cosas: vulnerabilidades externas y que no estamos interesados a ser autosuficientes y exportadores.
El modelo económico dominicano, que es una combinación de todos los modelos, tiene en esencia un problema de gestión. Los que han tenido la capacidad de tomar decisiones no han sido históricamente responsables de hacer los ajustes necesarios para lograr crecimiento y desarrollo económico al mismo tiempo.
Una economía que debe acudir constantemente a los mercados internacionales para financiar un déficit fiscal neto en constante crecimiento, aprovechando las ventajas de que hay dinero ocioso y a buen costo, debería preguntarse si “esta fiesta será eterna o habrá un momento en que el dueño del local apague las luces y nos quedemos buscando una salida en medio de una oscuridad insuperable”