La moneda dominicana, el peso, ha demostrado fortaleza con relativa estabilidad y poder de compra respecto a sus pares latinoamericanas. Sin embargo, el año que recién finalizó fue de prueba si se toma en cuenta que una depreciación acumulada de 5.1% durante los últimos 12 meses frente al dólar, mayor en mucho tiempo, significó, por un lado, una pérdida en su capacidad para adquirir bienes y servicios, pero, al mismo tiempo, del otro lado salvó en parte la competitividad de sectores tan importantes como el turismo y las zonas francas.
Por el lado de las remesas, que no son más que transferencias directas sin un mecanismo productivo de por medio, fue positivo. ¿Por qué? Porque es un dinero que va directamente a las familias que lo necesitan y con una baja inflación, como es el caso dominicano, la capacidad de compras no se mella. Quizá aquí estuvo parte de la explicación sobre la alta ponderación del consumo en la economía dominicana.
Ahora bien, la estabilidad de la moneda no sólo debe ser preservada porque un deslizamiento brusco, como sucedió en 2003, genera desajustes en la economía que a su vez desencadenan otras variables. Quizá la variable más sensible es la estabilidad social, la cual está atada a la certidumbre económica.
El Banco Central, como el responsable de la estabilidad de precios, ha tenido que jugar una pelota difícil o pesada, pues con una economía ralentizada durante el primer semestre, con un tasa de cambio un tanto bañada por la incertidumbre, aunque con baja inflación por la caída interna, aplicó una receta que dio resultados positivos: apostar a una política montería flexible para encender el motor en el último tramo del año. Y lo ha logrado.
Queda por delante incentivar un modelo económico anclado en la producción interna para no dejarlo todo a la capacidad y potestad que tiene la Autoridad Monetaria para motorizar la economía. Así no se logra equidad en el desarrollo.
Sí se nota que las medidas monetarias de mediados de año aceleraron o calentaron un poco la tasa de cambio, pues hasta la semana 22 del año, es decir, aproximadamente hasta mayo, la depreciación del peso frente al dólar no llegó al medio punto porcentual. Sin embargo, luego de la decisión de flexibilización monetaria otros fueron los resultados.