Australia se quema, pero ¡no importa! Los australianos despidieron 2019 bajo llamas y así recibieron el 2020. Las pérdidas son cuantiosas, tanto económicas como por la biodiversidad (animales, seres humanos y plantaciones) que ha sido afectada. El costo económico será muy elevado. El Gobierno ha anunciado que destinará más de 1,200 millones de euros para la recuperación de las zonas afectadas, principalmente distribuidos en Nueva Gales del Sur, aunque también otras regiones han sentido las llamaradas despiadadas.
Este año, además de las cinco mujeres asesinadas por sus cobardes verdugos en República Dominicana durante los primeros tres días de 2020, se estrenó con la muerte del líder de la fuerza élite Quds de Irán, Qasem Soleimani. El hecho ocurrió cerca del aeropuerto de Bagdad, Iraq, a causa de un ataque aéreo estadounidense con drones.
La muerte del militar iraní fue ordenada por el presidente Donald Trump sin notificación o consulta al Congreso en momentos en que enfrenta un proceso de destitución (impeachment). ¿Es este conflicto con Irán una excusa para desviar la atención? Es la pregunta que surge en medio de estos hechos.
El líder supremo iraní Ali Jamenei, que domina esa nación islámica como una finca personal, amenazó con una «dura venganza» en respuesta al asesinato del general. Estados Unidos, que pocas veces se ha echado para atrás cuando inicia un conflicto, tiene de frente a un Estado caracterizado por la valentía de sus ciudadanos, quienes se enfocan en la deidad de sus líderes y las promesas luego de la existencia terrenal.
El mundo, sin embargo, parece que camina al revés. ¿Qué es realmente prioritario aquí? ¿A quién afecta los incendios en Australia, que ya son históricos por su magnitud? ¿Por qué se pelea el hombre en un planeta que, hasta prueba en contrario, es el único hogar disponible en el vasto universo?
Al final de todo, los hombres que hoy son protagonistas de estos enfrentamientos, que ponen en ascuas la necesaria certidumbre que necesita la humanidad para vivir en desarrollo, pasarán a la historia. Lo verdaderamente importante es el hogar que compartimos y que, por obligación, debemos cuidar para el disfrute de las futuras generaciones.