La sororidad es un término de inclusión reciente en el diccionario de la Real Academia Española y que, conforme la definición allí provista, se refiere a una “agrupación que se forma por la amistad y reciprocidad entre mujeres que comparten el mismo ideal y trabajan por alcanzar un mismo objetivo”. Sin embargo, el término que busca no solo hacer eco del concepto de la solidaridad femenina, ha logrado adueñarse de significados más profundos y extensivos y se impone como un vocablo en la lucha por la igualdad.
Se le atribuye a la académica y antropóloga mexicana Marcela Lagarde haber acuñado por primera vez el término de sororidad para la región latinoamericana. Para Lagarde, la sororidad (sororité, en francés o sisterhood en inglés) es una respuesta política que conduce a la búsqueda de relaciones positivas y a la alianza existencial y política entre mujeres, para contribuir con la eliminación social de todas las formas de opresión y al apoyo mutuo para lograr el poderío genérico de todas y al empoderamiento vital de cada mujer.
En el simple reconocimiento del potencial de la unión femenina es que descansa la capacidad de impactar positivamente nuestras sociedades y de encaminarnos hacia realidades más justas e inclusivas. La activista social y periodista Gloria Steinem, hizo uso de una analogía poderosísima al señalar que una mujer podría lograr quebrar el techo de cristal, pero que se necesitará de todas las mujeres para destrozarlo. El poder de la unidad es innegable.
Más aún, como mujeres, resulta fundamental celebrarnos, apoyarnos y asumir los logros de cada mujer como logros de la colectividad. Esto último es esencial. La sororidad es la antítesis de la competencia malsana entre las mujeres.
Cuando tengamos dudas sobre cómo mejoraremos las condiciones sociales de las mujeres, la respuesta indefectible será que mejorarán en la misma medida en la que más mujeres accedan a posiciones de liderazgo político.
Cuando nos preguntemos sobre las vías para lograr mayor equidad en el mercado laboral, tendremos que reconocer que esos caminos serán construidos mediante la posibilidad de contar con un mayor número de mujeres en posiciones de control y toma de decisiones dentro de las empresas.
Y cuando nos cuestionemos sobre cómo lograremos ocupar esos puestos, la respuesta deberá siempre ser: apoyando férreamente a todas y cada una de aquellas que se atreven a lanzarse a conquistarlos.