El crecimiento económico que ha registrado y demostrado República Dominicana durante los últimos 20 años ha sido calificado de extraordinario. Los organismos multilaterales como el Fondo Monetario Internacional (FMI), Banco Mundial (BM) y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) han reconocido los avances de la economía aun en medio de dificultades propias de las sociedades latinoamericanas: desigualdad, impunidad, déficits fiscales, corrupción y alto endeudamiento.
El BID, que ha sido hasta cierto punto más crítico y activo en decir cuáles puntos son necesarios corregir, tarea que la ha llevado a cabo en coincidencia con el FMI, destaca que el país ha disfrutado de un fuerte crecimiento económico real en los últimos años, al registrar un promedio del 5% anual desde el 2000, una de las tasas más rápidas de crecimiento en la región de América Latina y el Caribe (ALC), pero también plantea que hay grandes desafíos de cara a cumplir los objetivos, entre ellos, convertir ese crecimiento económico en un mayor bienestar social, para reducir las brechas de la pobreza y la desigualdad.
No es un secreto que la inversión pública y las medidas de política monetaria son dos variables que han estado presentes en la estabilidad económica y social del país. Además de las exportaciones mineras, de algunos rubros agrícolas, artículos de zonas francas y algo del sector industrial, el país está ávido de contar con una economía generadora de bienestar a través de un sector productivo más fuerte.
El crédito al sector privado podría ser la clave para aumentar la capacidad de producción nacional, con lo cual se lograría un mayor bienestar en la población y, por vía de consecuencia, más dinamismo en las actividades económicas y de flujo de recursos en el Estado. A mayor consumo habrá más impuestos ingresando en el erario.
El crédito al sector público tiene una ponderación muy baja respecto al producto interno bruto (PIB), lo cual desdice lo que ha sido el transcurrir del crecimiento económico dominicano de los últimos años. Hay una banca fuerte y un sistema financiero dispuesto, pero hay que ver por qué el país está en último lugar cuando se relaciona la cartera de crédito con la economía total.
El sector privado debería tener las condiciones idóneas para dinamizarse por sí solo, es decir, que sólo dependa de la capacidad que tiene el mercado de demandar bienes y servicios de calidad, así como las oportunidades que ofrece el sector exportador.