Los dominicanos, mejor que nadie, conocen el potencial que tiene el país como destino turístico. Desde la explotación de Puerto Plata, como el primer polo de desarrollo de este sector tan vital para la economía, y luego con Punta Cana, Samaná, Juan Dolio, Bayahíbe y el turismo de montaña liderado por Jarabacoa y Constanza, hasta descender al destino turístico de Santo Domingo, como enclave para los negocios, hay pruebas suficientes de su altísima ponderación en la economía.
República Dominicana es un destino diverso. Hay de todo y para todos: playas, montañas, cultura, historia, palmeras, ríos, dunas, desiertos, valles, arrecifes, islas, lagos, lagunas, microclimas y, además, el potencial de desarrollar el turismo marítimo a través de las marinas o puertos turísticos. Aquí entra el velerismo, una actividad dinámica que mueve miles de millones de dólares cada año en el mundo, del que nuestra economía podría salir beneficiada.
Ahora hay una gran oportunidad de que República Dominicana aproveche su posición geográfica para captar los veleros y yates que cruzan por su zona de influencia. Por las aguas del atlántico, al norte de esta isla, cruzan anualmente más de 7,000 veleros que zarpan desde las costas Sur y Este de Estados Unidos.
Con pleno conocimiento de la capacidad que tiene el país para ser y mantenerse como el principal destino turístico del Caribe, las autoridades dominicanas, junto con el empresariado del sector turismo, deberían mirar con mayor énfasis a los turistas de veleros que de vez en cuando atracan en los muelles locales. Este segmento del turismo es, además, de un nivel de consumo superior, lográndose un encadenamiento productivo de alto impacto en las comunidades.
Ya es tiempo de que el Estado fortalezca su política con miras a desarrollar el turismo desde todas las vertientes.
El turismo de veleros también podría ser un factor multiplicador del bienestar de las comunidades y de conocimiento. Con su desarrollo, se necesitarían técnicos en reparación de botes, suplidores para este segmento, trabajadores en seguridad y empleos indirectos en cada uno de los subsectores relacionados.
Es justo destacar el papel que juega Fedovela, que cuenta con 250 miembros, en darle visibilidad a este sector, lo cual constituye un factor muy importante en los ámbitos cultural y económico. La entidad considera que el deporte de la vela, como una rama de este turismo, puede constituirse en un atractivo en la oferta náutica del país. Además, sostiene, que tiene la posibilidad de generar un gran impacto económico positivo porque el clima es tropical todo el año.
Aspirar a ser mejores cada día en el turismo, para diversificar la oferta, debería ser parte de una política realizable con apoyo de todo el país, pero muy especialmente del Gobierno.