La digitalización de los pagos fomenta el crecimiento económico, acelera la inclusión financiera, permite limitar el lavado de activos, mejora la fiscalización de las transacciones y genera beneficios a nivel mundial en términos de mayor seguridad y accesibilidad.
Por otro lado, al margen de todos los beneficios que representan los pagos electrónicos, el dinero en efectivo todavía es la forma de pago más usada a nivel global. Esto último se debe a que el efectivo no requiere intermediación por parte de terceros y la inversión en tecnología es mínima, entre otros. Dicho esto, los pagos electrónicos son el presente en los países industrializados y el futuro no muy lejano de mercados emergentes.
Mayoría del tejido empresarial dominicano está formado por pequeñas y medianas empresas. La estrategia de construir un ecosistema digital debería incentivar la aceptación de pagos electrónicos en las Pymes y la digitalización del sistema de pago (y recaudación) del sector público.
Creo que es importante fomentar un diálogo público-privado donde se hable de los retos y necesidades de las diferentes industrias y determinar soluciones viables para desarrollar un ecosistema digital centralizado. Por supuesto, habría que seguir fortaleciendo las unidades gubernamentales o el ente regulatorio correspondiente, de forma de supervisar estrechamente todas las transacciones que se realicen electrónicamente.
Varios países de Latinoamérica han implementado medidas para desarrollar el uso de pagos digitales. Sería interesante que República Dominicana adopte mejores prácticas en este sentido, tanto de sistemas que ya funcionen en el resto de la región como en otros países industrializados.
Los pagos electrónicos benefician a todas las economías, ya que fomentan la bancarización, ayuda a construir tu historial crediticio, y ultimadamente mejora tu calidad de vida.