La transparencia, especie de espejismo que todos reclaman, pero para el otro. Solo hay que esperar que el “arriba” caiga abajo y automáticamente cambia el discurso. En el país, penosamente, se reclama pulcritud al prójimo o al contrario y cuando es al revés, entonces es un abuso, una desconsideración y bla, bla, blaaa. Así es nuestra realidad a nivel de los liderazgos que regentean la política de partidos en esta nación.
Recientemente, la Junta Central Electoral (JCE) anunció que a los partidos políticos se les entregará una friolera millonaria que en un país pobre, quebrado por la pesarosa incidencia de lo que ya las masas han bautizado como “un país rico, pobremente administrado”, representa una suma tan respetable como son más de RD$800 millones.
Y habrá fiestas en las cúpulas de esos partidos. Lo que menos habrá es control y eficiencia en el gasto. Tendremos de nuevo el bullicio y el caos en las vías públicas de grupos de personas, entre seguidores y fanáticos pagados, que con el ruido tratarán no solo de “ganar adeptos” en base al caravaneo y la juerga politiquera, sino que habrá repartos a más y mejor de los recursos provenientes de la JCE y que no son otra cosa que nuestros impuestos convertidos en cheques al portador de X partido.
De nuevo faltará la transparencia y con ello la correcta fiscalización de los órganos del Estado.
De nuevo será “el contrario” quien violará las normas y probablemente serán acusados de ladrones por quienes reclaman transparencia, pero en la acera del frente.
Y veremos, quién sabe, a una Cámara de Cuentas hablando de fiscalización y de transparencia, de auditorías y de “investigación especial” y con ello la consabida frase de “inobservancias” que para el entendimiento del ciudadano de a pie no significará nada… en tanto todo lo que se mueve en base al erario, sin ninguna duda que proviene o de la deuda o de la contribución que a través de los impuestos pagamos todos para que unos se conviertan en potentados o prósperos políticos que ni heredaron fortunas ni se sacaron la loto y, sin embargo, consiguen dar el salto de la pobreza a la riqueza que permite el sistema y sus sustentadores de turno.