Los dominicanos adoptamos el sistema provisional de Capitalización Individual ideado en Chile, a pesar de nuestras grandes diferencias con una informalidad fuera de serie y salarios incomparables con los de la nación sudamericana.
Estos vinieron a sustituir los planes de pensión de reparto que garantizaban una buena proporción de los últimos salarios, pero como todos saben, estos no son sostenible financieramente en vista de que la población envejece y la esperanza de vida ha crecido lo suficiente para que los fondos no sean sostenible en el tiempo.
La gente ahorra su dinero ahora a valor actual que por ley administran las Asociaciones de Fondos de Pensiones, aliadas todas a la banca, la que controla el dinero obteniendo grandes beneficios cada día, mientras la inflación se va tragando los fondos de los trabajadores con salarios miserables y las bajas aportaciones de los empleadores que se quejan de los pasivos laborales y se inventan trucos para reducir sus aportes. Las proyecciones es que no logremos pensionarnos ni con el 30% de nuestros ingresos.
El sistema de capitalización individual de Chile, diseñado por el hermano del hoy presidente, tenía la proyección para entregar en el tiempo el 70% de la media de los salarios de los últimos 5 años, lo que no ha sucedido cuando comienzan a jubilarse los primeros al cumplir su tiempo de labores. Estas protestas no son nuevas, iniciaron en 2016, cuando se hizo realidad la situación del sistema de Seguridad Social.
Aunque los chilenos muestran las mejores cifras en salud, educación y otros parámetros, no menos importantes, de desarrollo humano, comparándose con países desarrollado, resulta que ellos no se miran en el espejo de otras naciones, como no lo hacemos nosotros.
Se comparan consigo mismo, con que la pensiones son menores que el salario mínimo, con que las Administradoras de Salud no resuelven y la larga espera es cada vez mayor; ausencia de hospitales y especialistas con 3 de cada 4 chileno está satisfecho con la gestión gubernamental, y solo el 20% puede pagar una buena atención, mientras el resto debe acudir al sistema público.
Otro elemento de perturbación de los chilenos es el transporte público del que se quejan, el cual fue creado por el presidente Lagos, que a pesar de las reestructuraciones e inversiones millonarias a Transantiago, no han podido dar una movilidad de calidad a los ciudadanos de Santiago, por lo que el aumento de $30 pesos en el pasaje del metro es que enciende la mecha, la que siguió aun después de que el Presidente dejara de lado el incremento.
Pues como ven, los chilenos no se comparan con otros países que no estamos mejor que ellos, como nosotros no podemos compararnos con Haití para conformarnos de nuestra deuda social. Tenemos y vamos a tener mayores problemas con nuestro sistema provisional porque es aun peor que el chileno, no tenemos un buen sistema de salud, donde aún no hemos implantado los centros de Atención Primaria, etc. Pero también nuestro transporte público es deficiente y la movilidad cada vez es peor y sumamente costosa, donde las soluciones individuales agregan más caos al sistema.
Nuestros políticos y empresarios deben estar conscientes que aún no tenemos la vacuna para no enfermarnos de los conflictos sociales que explotan con más frecuencia en Las Américas. Y por más crecimientos que hemos tenido, aún tenemos muchos problemas sin resolver, porque los ingresos del Estado son precarios por la falta de una contribución mayor a través de la presión tributaria y una mala calidad en el gasto público, con deficiencia en la gerencia de las recursos y con poca voluntad de diseñar política pública que alivien nuestras penurias.
No debemos esperar lo peor para entender que es urgente la solución de los problemas que si aún no están maduros para un estallido, está llegando al borde para derramar la copa. Hurguemos en nuestro pueblo para conocer su penuria y su indignación, sobre todo ahora en nuestra campaña electoral cuando nos acercamos en busca de sus votos.