Pudiéramos teorizar durante horas sobre las causas que llevaron a Japón a una crisis financiera a finales de los 80’ y a principios de la década de los 90’s. El hecho cierto es que llevan con tipos de interés cercanos a cero y negativos desde 1995.
El último anuncio sobre la decisión de tipos de interés emitido por el Comité de Política Monetaria del Banco Central de Japón, el pasado 19 de septiembre de 2019, mantuvo su tasa de interés en -0.10%, el mismo escenario valdría para Europa. Desde la crisis hipotecaria de 2008, el Banco Central Europeo (BCE) no ha logrado remontar los tipos de interés y ya amenaza la siguiente recesión para Alemania, motor de Europa.
Por otro lado, en Estados Unidos, la Reserva Federal (FED) lleva 20 años con máximos decrecientes (exactamente igual que el Banco de Inglaterra y el Banco Nacional de Suiza). Para el año 2000, la FED llegó a colocar la tasa al 6.50%, en 2006 al 5.25% y al cierre de 2018, al 2.5%, sin dejar a un lado que entre 2008 y 2015 la FED estableció el precio del dinero entre 0% – 0.25%. ¿Nos estaremos encaminando nuevamente a estos niveles?
Lo que podemos visualizar, sin duda alguna, es un panorama poco alentador para las inversiones. Sin embargo, podemos observar una luz en este largo camino que sin duda va a comenzar a recorrer la economía mundial y que Japón lleva recorriendo hace más de 25 años.
En el caso de República Dominicana, aunque todavía nos queda camino por recorrer, las tasas sostenibles de crecimiento y la acertada política monetaria han hecho que cada vez más inversores extranjeros busquen la forma de invertir en nuestro país. ¿Y por qué? Simplemente buscan un retorno atractivo con una tasa de riesgo ajustada.
Como en muchos ámbitos de la vida, uno aprecia más lo que ve fuera que lo que tiene dentro, por parecer cotidiano. El mercado de valores de República Dominicana es, como escuché hace ya más de 6 años, “una tacita de oro que tenemos entre las manos y poca gente lo sabe”.
República Dominicana está a las puertas de convertirse en uno de los pocos mercados con rendimientos atractivos y mayor dinamismo económico de la región, donde la nueva ley pueda sentar las bases para una evolución necesaria en el mercado de valores, convirtiéndolo en el nuevo motor de la economía dominicana, permeabilizando ese creciente para todos sus estratos. ¿Quieres formar parte de esta revolución?