La Cámara de Diputados de Estados Unidos aprobó recientemente la Rodchenkov Anti-Doping Act (Ley Anti-Dopaje Rodchenkov) (RADA), la cual procura establecer normas y regulaciones respecto al dopaje en el deporte transnacional. Aunque queda pendiente de ser conocida por el Senado, hay altas probabilidades de que sería aprobada este año.
La RADA recibe su nombre por el Sr. Grigory Rodchenkov, antiguo jefe del departamento de anti-dopaje de Rusia. El Sr. Rodchenkov denunció el dopaje institucional en el programa olímpico de su país, lo que provocó su cancelación en el trabajo, pero también la prohibición parcial de Rusia de concursar en las Olimpíadas de verano de 2016 y la prohibición completa de su participación en las Olimpíadas de invierno de 2018.
La persecución llevó a Rodchenkov al exilio en EE.UU., donde actualmente se encuentra bajo protección de testigos (witness protection). El hecho de que ciertos legisladores en EE.UU. opinaron que la sanción impuesta a Rusia por el dopaje era “insuficiente” los movió a proponer la RADA.
La RADA le concede el poder a las autoridades judiciales estadounidenses de perseguir penalmente a las conspiraciones de dopaje internacional, específicamente “los esquemas de influenciar una competencia deportiva internacional a través de métodos y sustancias prohibidas”. Las sanciones incluyen multas de hasta US$1 millón y hasta 10 años de encarcelamiento.
Esta ley pudiera aplicar a todas las competencias internacionales deportivas en las cuales participen atletas estadounidenses o en las que sus organizadores reciban patrocinio o retransmisión de su evento desde EE.UU. La RADA le concedería a EE.UU. un extraordinario poder normativo sobre el deporte internacional, colocándolos como policía en materia de dopaje y cumplimiento de normas de deporte a nivel global.
Independientemente de cualquier opinión respecto a la conveniencia o no de dicha autoridad, la realidad es que la práctica reciente en materia legislativa de EE.UU. ha sido extender la aplicación extraterritorial de sus normas. Ya se ha visto en materia impositiva con la FATCA, el cual impuso obligaciones de cumplimiento a las entidades de intermediación financiera de otros países.
En este sentido, la globalización de la regulación del deporte no nos debe extrañar, pues el mismo se ha convertido en un fenómeno transnacional. Sin embargo, no deja de preocupar que un país se atribuya competencias más allá de lo normativo, que llegan a las sanciones penales, pues, si fuera utilizado de manera abusiva, pudiera dar lugar a desvirtuar las competencias internacionales. Esperemos que no sea el caso.