República Dominicana, por lo menos durante los últimos años, ha dado señales de que está tras una mejoría en cuanto a las condiciones que ofrece como destino de inversión para el capital privado local y extranjero.
El Poder Ejecutivo declaró 2018 como el Año del Fomento de las Exportaciones y este 2019 como el de la Innovación y la Competitividad. En esencia, es una muestra del interés del Estado dominicano por ser más competitivo.
El Informe Competitividad Global 2019, del Foro Económico Mundial, establece que República Dominicana se ubica en el puesto 78 de 141 países evaluados, aumentando cuatro posiciones con respecto a los resultados del año anterior.
Avanzar, aunque sea uno peldaño, es motivo de celebración y de saber que las cosas están funcionando. Sin embargo, estos números sólo muestran que aún enfrentamos algunos retos y que, en ese orden, entre las áreas más críticas se encuentra la institucionalidad por la falta de seguridad. La carga regulatoria, según algunos empresarios del sector de zonas francas, dificulta el proceso productivo.
Un tema conocido por todos es que el mercado de productos enfrenta mayores dificultades debido a la poca eficiencia de los procesos aduanales, las barreras no arancelarias y los aranceles, así como a los efectos de impuestos y subsidios en competencia.
Para el Banco Mundial, si República Dominicana quiere alcanzar su objetivo de convertirse en un país de altos ingresos para el año 2030 debe mejorar el equilibrio fiscal, aumentar su capital humano, promover un entorno empresarial sobresaliente, gestionar de mejor manera los recursos naturales, mejorar la resistencia a los desastres y los riesgos relacionados con el clima, así como aumentar la transparencia en la formulación de políticas y rendición de cuentas.
Los empresarios de zonas francas, esta vez lo que operan desde el Cibao, entienden que una acción importante para que el país mejore algunos peldaños en materia de competitividad sería el equipamiento y ampliación del Puerto de Manzanillo, pues permitiría a esa región seguir insertándose de manera competitiva en una economía globalizada.
Más de la mitad de las empresas de zonas francas están en el Cibao, razón por la que resulta un imperativo, por lo menos en este tema, ponerle atención a la demanda de años de los empresarios que producen desde esta parte del país.