Hágase la siguiente pregunta: ¿Dónde está el origen del caos en el tránsito? Sin importar si es en Santo Domingo, Santiago, San Cristóbal, La Vega, San Francisco de Macorís, Puerto Plata, San Juan, Barahona, San Pedro o La Romana, la situación es la misma: tapones e imprudencia a la sombra de la falta de autoridad. Tengo una idea cuyos resultados no se verán en el corto plazo. Hay que tener paciencia ciudadana para lograr resultados duraderos.
¿A qué me refiero? Propongo que el Ministerio de Educación y el Instituto Nacional de Tránsito y Transporte Terrestre (Intrant) firmen un acuerdo para que los estudiantes que terminan la educación media (bachillerato) puedan optar por realizar las 60 horas dirigiendo el tránsito.
Estoy seguro de que esto les ayudará a entender que ellos deben ser parte de la solución y no sumarse al caos cuando tengan sus propios vehículos o cuando transiten como peatones.
Cuando uno de estos jóvenes se vea en una esquina o calle cualquiera tratando de ordenar el caos, hay altas probabilidades de que esté en mejor capacidad de crear conciencia ciudadana sobre este problema.
Previa charla de inducción, a fin de que conozcan los fundamentos de la Ley 63-17, estos estudiantes sabrán dónde no estacionarse, cómo hacer las paradas, respetar el semáforo; estarán más conscientes de las consecuencias de doblar en U donde no se debe o que hacer giros en lugares prohibidos es parte del problema.
Al vivir en carne propia el irrespeto de los conductores estarán en capacidad no sólo de hacer conciencia respecto al casos, sino que serán ciudadanos más comprometidos con el respeto de las normas de tránsito. Estoy seguro que si educáramos a los futuros usuarios y conductores del tránsito, otros serían los resultados.
Es cierto que nuestras vías están congestionadas de vehículos casi a toda hora, pero sería menor el problema si fuéramos más educados.