Lo primero que observamos cuando visitamos un país es el comportamiento de sus ciudadanos como conductores y peatones en sus calles, ese comportamiento y conducta nos va indicar en el tipo de sociedad que nos encontramos y el nuestro deja mucho que desear, por lo que estamos obligados a asumir el compromiso de mejorar nuestro sistema de transporte.
El primer problema es que no contamos con un buen sistema de transporte público para nuestros ciudadanos y los que no tienen una solución individual, pasan la de Caín intentando llegar a sus destinos en el tiempo oportuno, es por ello que todos nos empeñamos en tener nuestros propios vehículo, lo que crea más dificultades que soluciones, sumándole la dificultad que tienen muchos analfabetos que desconocen las reglas elementales de conducir, haciendo a la vista de las autoridades, todas las burradas más inverosímiles posible.
Solo en Santo Domingo circulan 13 vehículos por metros cuadrado, donde la gran mayoría no respeta las reglas, lo que trae como consecuencia, ser la ciudad de mayor cantidad de accidentes de la zona, con una secuela fatal, que va sumando dificultades a la sociedad, que al parecer son invisible para las autoridades que no asumen una sola medida importante para impactar la mala conducta de nuestros conductores, como hemos planteado en varios artículos anteriores.
Si no logramos que los organismos asuman con autoridad, recobren la confianza y el respeto del público, no será posible someter el sistema a reforma ni leyes positiva. Lo primero es que no todo el mundo puede conducir un vehículo, ni todo vehículo puede circular. Nadie tiene el derecho de destruir vidas y propiedades porque simplemente sea padre de familia y se le debe permitir transitar en chatarras, dando servicios de transportes de mala calidad exponiendo la vida de la gente y en muchos casos sin los medios para reparar los daños ocasionados.
Las autoridades podrían muy bien iniciar algunas medidas, como ser más rígidos en la revista de los automóviles y sacar de circulación una buena cantidad de chatarras, impedir el parqueo en ambos lados de aquellas calles más transitadas, evitar las cargas y descargas de camiones en horas picos; la Dirección General de Impuestos Internos debe exigir la revista y el seguro vigente al renovar la placa, suspender la licencia conducir de todos los reincidentes en violaciones, convertir los peajes en chequeos de alcoholemia, etc., porque solo viendo estas recomendaciones que les hago, que aunque sean obligaciones de ley no se están aplicando, denota el gran desorden que son nuestras calles, donde más de dos millones de motoristas transitan sin placa, sin seguro y sin nada que lo identifique. Necesitamos más decisiones y voluntad política para imponer el orden en las calles y autopistas de nuestro país.
Otra razón muy poderosa para que nos ocupemos del tránsito, es la meta de traer 10 millones de turistas al año; no podemos darnos el lujo de que la competencia use nuestras debilidades viales para dañar nuestra imagen como recientemente paso con la muerte de algunos turistas, a pesar de que las muertes fueron por su propia causa y comportamiento; porque será una responsabilidad que recaerá en los hombros de la DGII y el INTRANT y un poco al Ministerio de Turismo por su falta de iniciativa e innovación.