La semana pasada pudimos ver la importancia de la innovación para la internacionalización y el desarrollo de nuestro país. Esto requiere de un cambio en nuestra cultura y nuestra manera de reflexionar.
Una forma progresiva de pensar para liderar la transformación socioeconómica y cultural de nuestra nación significa que necesitamos cambiar fundamentalmente nuestro modelo económico y sistema de innovación, nuestras capacidades tecnológicas y, sobre todo, nuestra mentalidad y nuestros comportamientos para realizar todos los cambios necesarios desde el enfoque top-down y bottom-up para mejorar en nuestro país los niveles de competitividad.
Primero debemos reconocer que la innovación para el desarrollo socio económico es imprescindible y que sólo podemos lograr una revolución tecnológica a través del consenso entre los diferentes sectores, particularmente de nuestra élite política y económica que tiene el poder y la autoridad para liderar el destino de nuestra nación.
Apoyándonos de los factores que han llevado a otras economías a dar el gran salto debemos asumir un liderazgo y compromiso social para guiar a los diferentes sectores a través de este proceso de transformación acordado por todos de manera mancomunada de cómo queremos que suceda, con objetivos claros, determinación, pragmatismo y una visión bien definida que describa un futuro mejor para todos.
Necesitamos entender lo que necesita ser cambiado, organizar nuestras instituciones y diseñar un nuevo modelo. También debemos entender que la transformación es un proceso a largo plazo y que debemos dar todos los pasos necesarios y consistentes hacia una economía basada en el conocimiento.
Sin embargo, debe quedar claro que el retorno de nuestra inversión beneficiará a las generaciones futuras y, si tenemos suerte, podremos presenciar el fuerte impacto de nuestras acciones. Más que una carrera es un maratón. No hay atajos pero podemos saltar etapas haciendo leapfrogging y acelerar nuestro desarrollo como los dragones de Asia incluyendo Corea, Hong Kong, Taiwán y Singapur. Sin embargo, los enlatados no funcionan. Debemos encontrar nuestro propio modelo de acuerdo a nuestro contexto cultural, geográfico y socioeconómico.
Ciertamente mantener el sistema y el modelo económico actual dañará a nuestra sociedad de una manera que quizás no nos podamos recuperar. Ser indiferente es mucho más grave y perjudicial. La globalización y la revolución tecnológica son una amenaza real para las economías en desarrollo como la nuestra. Por ello, debemos mantener el ritmo tecnológico para ser competitivos y evitar la exclusión.
Debemos invertir allí donde podamos generar mayor impacto en nuestra economía. Debemos seguir el ejemplo de economías que han logrado hacer un cambio real y convertirse en modelos económicos globales como Chile, Brazil, Colombia y Costa Rica. Nuestro orgullo como dominicanos debe descansar en nuestra capacidad para impactar y transformar positivamente nuestra sociedad. Por ello es necesario cambiar de mentalidad.