La economía dominicana medida por el producto interno bruto (PIB) se ha desacelerado. Esto no quiere decir que no esté creciendo, sino, que lo hace en una proporción menor a la que creció en igual período del año pasado.
Para tener una idea, en 2018 la economía creció 7%, mientras que para este año se espera que el crecimiento sea de 5%, lo que indica una desaceleración de dos puntos porcentuales. Algo distinto sería si la economía en lugar de crecer poco, se achicara y no creciera, lo que implicaría números negativos y sería muy preocupante.
Uno de los principales indicadores del crecimiento económico y de la reducción de la pobreza es la generación de empleos, especialmente puestos de trabajo formales y del sector privado, pues cuando se genera empleos en el sector público o estatal, se tiene entendido que es para “abultar” la nómina pública y no como una muestra de mejora en los indicadores económicos.
En los últimos años, el Gobierno se ha trazado como meta la generación de por lo menos 100,000 puestos de trabajo formales cada año. Esa meta ha sido cumplida, incluso, por encima de esa cantidad. Sin embargo, un elemento poco favorable es el hecho de que, por lo menos el 28% de los nuevos empleos formales anuales han sido generados por entidades estatales centralizadas y descentralizadas, lo que indica que el sector privado sólo ha aportado poco más del 70% de esos nuevos puestos de trabajo.
Pero dado que la economía se ha desacelerado este año y las autoridades monetarias han estado tomando medidas en procura de garantizar la estabilidad macroeconómica y de evitar una desaceleración mayor, es bueno ver qué ha pasado con el sector laboral en los primeros nueve meses de este año.
Para eso, hemos observado las estadísticas de la Tesorería de la Seguridad Social (TSS), donde se contabiliza la cantidad de trabajadores formales que cotiza al sistema, tanto privados como del sector público. Estos últimos, mal contados.
Al 30 de septiembre de este año, la TSS registra 2 millones 246 mil 766 trabajadores formales, de los cuales 1 millón 607 mil 404 son del sector privado y el resto (639,362), el 28.4% son de entidades estatales centralizadas y descentralizadas.
El asunto es que, en los primeros nueve meses de este año, el sector privado generó 73,639 nuevos empleos formales, en comparación con igual período de 2018 cuando los nuevos empleos privados formales sumaron 62,926 puestos.
Lo anterior indica que en lo que va de este año se han generado por lo menos 10,713 empleos más de los generados en igual período de 2018, a pesar de que este año la economía está creciendo a un ritmo menos que el crecimiento registrado antes.
Desde ese punto de vista, se puede decir que la desaceleración de la economía no ha afectado la generación de empleos formales, a pesar de que algunos de los sectores más afectados, como el turismo, están entre los principales generadores de puestos de trabajo en el país.
También llama la atención que la oferta de empleos formales privados haya crecido en este año en que se produjo un ajuste en los salarios mínimos, lo cual tienden a aumentar los costos laborales de las empresas.
En cuando al sector público, las estadísticas de la TSS indican que en los primeros nueve meses de este año entraron a las nóminas estatales 15,425, una cantidad menor a los 19,048 empleos estatales generados en igual período de 2018.
Esto significa que, en el caso del sector público, sí se registra una desaceleración en el ritmo de creación de empleos, lo cual es positivo, si se toma en cuenta que las entidades estatales registran una sobrepoblación de empleados innecesarios, dada su tradicional utilización como mecanismo de pago clientelar de favores políticos a determinados “compañeritos”.
Sin embargo, no hay que perder de vista que los empleados estatales son más de los que registra la TSS, además de que, estos son solo los trabajadores formales del mercado laboral, que representan el 44% del total de la fuerza de trabajo activa. El otro 56% de nuestros trabajadores está en la informalidad.