El objetivo es “Hambre Cero” para erradicar el hambre en todo el planeta. Sin embargo, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, siglas en el inglés) nos ha dicho, a propósito del Día Mundial de la Alimentación, que el problema no es solo combatir el hambre, sino también lograr una dieta saludable, sostenible y asequible para todos.
Y es que la preocupación del organismo cuya misión es guiar las estrategias internacionales encaminadas a erradicar el hambre, son muy validas a juzgar por las cifras que se desprenden de su publicación de esta semana en la página web de la ONU. “Al día de hoy, una combinación de dietas poco saludables y estilos de vida sedentarios han disparado las tasas de obesidad. Mientras que 820 millones de personas padecen hambre, más de 672 millones de adultos y 124 millones de jóvenes (entre 5 y 19 años de edad) son obesos, y más de 40 millones de niños menores de 5 años tienen sobrepeso”. Lo cual quiere decir que la cifra de personas obesas entre adultos y jóvenes casi alcanza a la de personas con hambre a nivel mundial.
Estamos en los extremos. Esto tiene que movernos a una reflexión profunda en todos los sentidos. Mientras hay una proporción muy amplia de personas que padecen hambre a nivel mundial otro grupo están sobrealimentado. ¿Y que podemos hacer al respecto? Hay muchas respuestas que nos ayudan a tomar conciencia sobre el problema y contribuir a combatir los dos problemas al mismo tiempo.
En ese sentido, este año el lema de la FAO es: “Todo el mundo puede desempeñar su papel” y sostiene que los países, los encargados de tomar decisiones y las empresas privadas también pueden tomar medidas para promover una alimentación sana y lograr el Hambre Cero. Es por lo que la FAO hace una serie de recomendaciones a los agricultores y agronegocios, a los gobiernos e instituciones y a las empresas privadas, convencida de que pueden contribuir con una serie de acciones a una alimentación sana y asequible, y alcanzar el Hambre Cero.
La propuesta de la FAO, que con mucha creatividad la ha denominado: “Receta para una Vida Saludable”, tiene el propósito de convertir en una forma de actuar o modo de vida del ciudadano en todas partes del mundo, la meta de una alimentación sana y el Hambre Cero.
Y vale la pena citar esas recomendaciones porque pienso que debemos asimilarlas y recomendarlas a todos los que nos rodean y asumirlo como modo de vida que es lo más importante. Bajo la línea general, Opciones Alimentarias, la FAO recomienda: ¡Echa un vistazo a las guías alimentarias de tu país!; añade verduras, frutas, legumbres, frutos secos y granos integrales a tu dieta; reduce el consumo de almidones refinados, azúcar, grasas y sal; cambia los alimentos “blancos” refinados por opciones “marrones” más nutritivas y conoce las grasas: las insaturadas son mejores que las saturadas y que las grasas trans.
En tanto que, bajo el lineamiento, Alternativas para el Planeta, la FAO sugiere lo siguiente: piensa en el medio ambiente, reduce tu huella (de carbono) alimentaria; diversifica tu dieta: elige una tradicional, local y de temporada; coma pescado capturado de manera sostenible y mantén frescos y desperdicie menos los alimentos.
Otro no menos importante es el que han titulado, Decisiones de Vida, punto bajo el cual la FAO propone lo siguiente: come en compañía y cocina más en casa; aprende a leer las etiquetas; sé un consumidor crítico y no deje que le influyan el embalaje o la publicidad; haz ejercicio todos los días durante al menos 30 minutos; pide opciones más nutritivas de comida; habla con las personas. Comparte su conocimiento y respeto por los alimentos.
Así que tomemos en serio este reto que nos ha lanzado la FAO y con todo el ánimo posible para desde el cambio de nuestro modo de vida, aportemos a la transformación necesaria para una alimentación sana y “Hambre Cero”.