En nuestro artículo anterior prometimos que proseguiríamos con más historias de dolor sobre los accidentes en nuestras calles, producto del caos, la inobservancia e imprudencia de nuestros conductores. Una cosa que las autoridades deben tener muy presente, que la falta del seguro en un vehículo a la hora de un accidente hace más probable que el imprudente o culpable del hecho se dé a la fuga para evitar la sanción y el pago de las indemnizaciones por los daños cometido.
Cuando alguien destruye propiedades del Estado o de tercero, o lesiona a alguien y se da a la fuga, en la mayoría de los casos cargan el presupuesto de la nación, afectando las contribuciones del público, de los impuestos, cuando el mismo Estado tiene la Ley y la fuerza para evitar pagar los platos rotos del imprudente o violador. Las autoridades se van ahorrar muchos dolores de cabeza, pero también estarían protegiendo a la ciudadanía, obligando y vigilando que todos tengamos seguros para responder a nuestras obligaciones a la hora de los accidentes.
No es correcto, que yo provoque lesiones o pérdidas a una persona, y que el Estado o la familia tenga que cargar con los gastos de mi irresponsabilidad. Eso es permitir que la impunidad y luego la pobreza sea incrementada, cargando aún más las tensiones sociales que van haciendo la vida insoportable en las vías públicas de nuestras atestadas calles y avenidas, convirtiéndose en vías de inseguridad y tensión.
Por ley, todo el que transita en un vehículo en nuestras calles públicas, está obligado a identificarse y tener seguro, para ser ubicado y pagar sus obligaciones en caso de producir cualquier accidente, con esto, estamos protegiendo a nuestros ciudadanos y a los que nos visitan, porque estas violaciones constantes nos están poniendo en riesgo el crecimiento y el ordenamiento de nuestra economía; una responsabilidad del INTRANT.
Hace unos meses transitando por la Ave. Gustavo Mejia Ricart, me toco levantar un señor mayor que se cayó al ser sorprendido por un motor que subió de repente a la calzada, que a pesar de haber visto el anciano caer, siguió sin inmutarse, ya que no tenía placa y a lo mejor ni seguro. Pero saben cuál fue el resultado? que otro motorista me llevo la puerta de mi lado de pasajero, al hacer un rebase imprudente.
Veamos que dice nuestro CODIGO CIVIL:
CAPÍTULO II: DE LOS DELITOS Y CUASIDELITOS.
Art. 1382.- Cualquier hecho del hombre que causa a otro un daño, obliga a aquel por cuya culpa sucedió a repararlo.
Art. 1383.- Cada cual es responsable del perjuicio que ha causado, no solamente por un hecho suyo, sino también por su negligencia o su imprudencia.
Nuestra sociedad, al no aplicarse las leyes, está facilitando cada vez más la impunidad, cuando no sometemos ni perseguirnos a los que viven infringiendo para sus beneficios y eso no motiva a los ciudadanos a un buen comportamiento, que hace víctima hasta de ellos mismos a los más humildes de la pirámide social.
Y peor aún, en muchas ocasiones, ser prudente y buen ciudadano, respetuoso de las leyes y reglas nos convierte en perdedores. Necesitamos cambiar los criterios, necesitamos una campaña de concienciación seguido de la aplicación de la ley 63-17 y de hecho El Código Civil. Nos ahorraremos muchos dolores de cabeza y daremos un alivio a las familias que sufren accidentes de tránsito, mientras el Estado podrá recaudar fondos para sus obligaciones.