Martin Scorsese es un realizador que evita las medias tintas. Los paños tibios no funcionan para calmar sus deseos artísticos cuando aborda la corrupción, el narcotráfico, el sexo o cualquier otro tópico polémico que amerita de una visión que escarve en sus entrañas para mostrarle al público un relato lo más cercano posible a la realidad.
Títulos que engrosan su robusta filmografía sirven de muestra para constatar su impronta en esa dirección: El color del dinero (1986), Goodfellas (1990), Casino (1995) o Gangsters de Nueva York (2002).
Con una experiencia ganada a pulso de fotogramas admirables, Scorsese tiene poco que demostrar y cuando la corrupción y las drogas definen la línea de su película de turno, el realizador se viste con su mejor traje y abre el grifo para provocar reacciones y emociones como pocos suelen lograrlo.
El lobo de Wall Street es la mejor referencia sobre el convulsionado y palpitante mundo de la bolsa de valores de Nueva York.
En Wall Street (1987), Oliver Stone retrata con fidelidad las ambiciones de un joven corredor de valores dispuesto a alcanzar la cima sin atajos, cometiendo, incluso, acciones ilegales bajo las influencias de un millonario empresario corporativo que lo envuelve en una madeja sin comparaciones.
Pero es Scorsese quien navega en las profundidades e inexploradas aguas de la bolsa de valores, partiendo de la historia verídica de Jordan Belfort, quien se erigió como un corredor “modelo” para aquellos que deseaban conquistar riquezas tomando el atajo de la ilegalidad que suele apoderarse de muchos dentro de ese mundo alusionante de dinero virtual.
Nadie como Scorsese para sacudir al público sobre este espinoso tema: el manejo de información privilegiada por parte de los corredores, que puede poner en peligro el futuro inmediato de cualquier empresa, de cualquier economía.
El realizador se rodea de un equipo de primera, empezando por el guionista Terence Winter (cuyos trabajos para la televisión incluyen series tan importantes y exitosas como The Sopranos y Boardwalk Empire, y de esta manera logra un realismo que -naturalmente, adornado con las espectacularidades de Hollywood- se acerca bastante al retrato y la vida de este polémico personaje.
Además de la interpretación magistral que hace Leonardo DiCaprio al personificar a Jordan Belfort, actuación que le mereció la nominación a los premios Oscar, aunque no se llevó la estatuilla.
Las referencias del cine sobre Wall Street abordan sus interioridades tanto de manera directa como indirecta. No sabemos si con esta película -típico de Martin Scorsese- estamos ante un homenaje de un personaje con la astucia suficiente para ganar millones de dólares de una manera impensable; o si es una crítica al sistema financiero estadounidense que se motoriza desde este centro económico.
De todas formas, The Wolf of Wall Street es cine del bueno, con el toque mágico de un realizador que ha sabido meterse en la piel de personajes e historias de la civilización norteamericana.
Martin Scorsese
Nació el 17 de noviembre de 1942 en Nueva York, hijo de italoamericanos, criado y educado en la comunidad Little Italy. De ahí vienen las referencias de muchos de sus largometrajes. Considerado, sin duda, como uno de los directores estadounidenses más respetado y admirado tanto por la crítica como por el público. Ganador del Oscar como Mejor Director en el 2007 por su fantástica película The Departed (Infiltrados).
FICHA TÉCNICA
Director: Martin Scorsese.
Guión: Terence Winter, sobre el libro de Jordan Belfort.
Intérpretes: Leonardo DiCaprio, Jonah Hill, Margot Robbie, Matthew McConaughey, Kyle Chandler, Rob Reiner, Jon Favreau.
País: Estados Unidos.
Año: 2013.
Duración: Tres horas.