El discurso del director de Impuestos Internos (DGII) ante la matrícula de la Cámara Americana de Comercio (AmchamRD) es de antología. No sólo rindió cuentas resumidas de su gestión de tres años al frente de esa entidad recaudadora, destacando que existen todas las condiciones tecnológicas y humanas para asumir nuevos retos en la fiscalidad que habrá de aplicarse en lo adelante, sino que habló hasta de institucionalidad, de falta de transparencia y de los que buscan resolver en cinco minutos sus faltas graves con el fisco, ya sea a través de llamadas o reuniones personales.
Y la DGII está preparada para la reforma. Lo ha dicho y le creo fielmente. ¿Qué ha faltado? Voluntad política, que es lo mismo que decir “pantalones”. ¿Por qué? Quizá porque los últimos gobernantes no han querido asumir el costo político que pudiera representar “remenear” todo el entramado tributario para hacerlo más equitativo. Y hay que decirlo: las ambiciones de poder, de continuidad del Presidente de turno, ha impedido actuar con responsabilidad ciudadana.
“Tengan la amabilidad de permitirme otras reflexiones personales a la luz de mi experiencia al frente de la DGII en estos tres años”, fue lo que dijo antes de expresar algunas de las partes más interesantes de su disertación. Afirmó que la carga personal que se le exige a un administrador tributario en el país es inmensa. Y ahora lo mejor: “el discurso de la institucionalización que enarbolan algunos sectores es realmente de la boca para afuera”.
Parece que Magín Díaz ha tenido que sufrir en carne propia las presiones personales de quienes aún no entienden que el mundo está en un contexto de una nueva fiscalidad, que la transparencia habrá de ser cada vez más fuerte.
Además, es menester entender que Impuestos Internos, tomando en cuenta su impacto en las recaudaciones y planes de desarrollo del país, debería ser una institución intocable. Hablar de la renta en cualquier sociedad mínimamente organizada es lo mismo que hablar de algo sagrado. Un Estado que no logra recaudar suficientes ingresos a través de los impuestos no está en capacidad de suplir las necesidades básicas de sus ciudadanos. ¡Bravo, Magín!