Siempre se ha afirmado que si a la economía estadounidense le da una gripe, la dominicana estará afectada por neumonía; esto para señalar la dependencia económica que tiene el país del gigante norteamericano.
Sin embargo, esta dependencia de la economía dominicana con relación a otras economías se ha ampliado en la medida en que se han establecido acuerdos y relaciones comerciales con otros países y regiones –por ejemplo, con la República Popular China-, por lo que los lazos comerciales vinculantes hacen más vulnerable la salud económica de República Dominicana frente a desafíos externos.
Así, aunque el producto interno bruto del país ha venido creciendo por encima del 6% durante las últimas dos décadas, por encima del promedio de expansión de las economías de la región centroamericana, no es menos cierto que existen factores de carácter internacional que podrían revertir esta tendencia. De hecho, la economía dominicana, al igual que otras dependientes del petróleo, se ha beneficiado de los bajos precios que han experimentado los hidrocarburos en tiempos recientes, y también de las remesas que siguen llegando desde el exterior.
De la misma manera, el repunte de la economía norteamericana ha sido un alivio para los países que, como el nuestro, tiene estrechos vínculos con esta en términos comerciales. Pero hay que estar claros en que esto no será para siempre, por lo que se tendrá que contar con fortalezas internas cuando la pava no siga poniendo donde solía.
Por ejemplo, el escaso espacio fiscal que se tiene actualmente, y que impide atender toda la demanda de la población –salud, agua potable y alcantarillado-, habrá que reforzarlo con un ajuste fiscal que haga viable la estabilidad de las finanzas públicas. Esto, sumado a un control en el ritmo de crecimiento de la deuda, parecen ser medidas razonables para responder a una probable recesión de la economía mundial.
De lo que se trata, en todo caso, es de crear condiciones para la resiliencia económica, lo que implica que la economía dominicana utilice sus fortalezas internas para responder a choques externos que no controlamos.
Por ejemplo, en caso de una ralentización de la economía norteamericana, una de las medidas debería ser incentivar la inversión extranjera directa y la repatriación de capitales de dominicanos en el exterior, con lo cual se garantizaría un flujo de recursos a la economía. Pero todo esto hay que hacerlo con intencionalidad, es decir, que sea parte de una estrategia inducida desde el Gobierno, diseñada a partir de los fundamentos de la economía dominicana, tal y como lo refiere el estudio del Banco Interamericano de Desarrollo (2019) que tiene como nombre, el título de este artículo.