El crecimiento del intercambio comercial global y la economía del planeta ha dependido, en gran parte, de la relación intercalada entre Estados Unidos y la República Popular de China. Desde 1994, con la entrada en vigencia del denominado Tratado de Doha, mediante el cual se formó la Organización Mundial del Comercio (OMC) y se acordaron nuevas iniciativas con la finalidad de incentivar el intercambio de bienes entre todos países, la libertad comercial internacional ha sido la regla, no la excepción.
Los beneficios del intercambio comercial internacional fueron reconocidos por Adam Smith desde hace más de dos siglos. Este letrado reconoció que tanto las economías grandes como las pequeñas se benefician, cada una enfocando en las industrias en las cuales tienen una ventaja comparativa y producen con mayor eficiencia, por lo que el intercambio enriquece a todos los participantes.
El consenso global desde los años 90 ha sido de reducir las barreras al comercio, buscando crecer la economía mundial y arribar a una fórmula ganar-ganar. Sin embargo, la llegada de Donald Trump a la presidencia de EE.UU. ha marcado un cambio radical en esta política de apertura comercial, y muy especialmente, en lo referente a la relación comercial con China.
La actual administración estadounidense ha tomado la posición que la República Popular de China se “aprovecha” de EE.UU., y se beneficia de manera desmedida del intercambio comercial entre los países. En la actualidad, China exporta mucho más (aproximadamente US$380 mil millones) a EE.UU. que EE.UU. a China, lo que ha sido tildado como “injusto”.
Una de la razones que la administración ha señalado respecto a esta diferencia es la supuesta manipulación de la moneda China, la cual dicen es mantenida muy deprimida para favorecer a las exportaciones. Por igual, cita también las supuestas subvenciones a empresas exportadoras como evidencia de la manipulación. Sin embargo, es natural que un país cualquiera exporte o importe más que otro país. Por ejemplo, en República Dominicana tenemos un déficit comercial en bienes con EE.UU., pero un superávit con la India.
No obstante, EE.UU. se encuentra centrado en establecer cuantiosos aranceles respecto a bienes y servicios provenientes de China, lo que tendría un impacto negativo sobre las relaciones comerciales entre esos países y el comercio mundial. Los aranceles aumentan el costo de los bienes y servicios para todos los consumidores. Debido al aumento de los aranceles por EE.UU., China ha amenazado tomar medidas “proporcionales” respecto a los EE.UU. Esto pone en peligro la estabilidad y el crecimiento de la economía mundial.