La inflación, para el común de la población, es un acontecimiento económico que genera preocupación porque, si se da de manera descontrolada y abrupta, atenta contra el poder de compra de los consumidores. Es, en esencia, un incremento sostenido en el nivel general de precios que da lugar a una disminución del valor del dinero y, en consecuencia, de su poder para adquirir bienes y servicios.
Sin embargo, en República Dominicana ha sucedido lo que podría llamarse una respuesta tímida de los precios a las medidas de expansión monetaria implementadas por las autoridades. ¿Qué ha sucedido con el consumo? ¿Por qué la inflación ha sido tan baja durante los últimos ocho meses, incluso por debajo del límite inferior del rango meta? ¿Tiene que ver con algún grado de incertidumbre de los agentes económicos generada por algún contexto distorsionante en el mercado?
El Banco Central admitió que, de alguna manera, en el contexto doméstico, la desaceleración de la demanda agregada en los últimos meses está asociada a la persistencia de factores de incertidumbre en el marco del proceso pre-electoral y a un entorno internacional complejo, que han afectado las expectativas para la inversión.
Sin embargo, las autoridades están en una disyuntiva delicada, pues están en la obligación de impulsar el consumo con un aumento de la oferta monetaria, como es la liberalización de recursos del encaje legal, pero sin poner en riesgo la estabilidad del tipo de cambio. No es un secreto que muchos pesos ociosos en la calle buscarán dólares para guarecerse. Por suerte, y para satisfacción de los agentes económicos, el valor de la moneda local frente a la de Estados Unidos se ha mantenido bajo control.
Las autoridades del Banco Central están conscientes de lo importante que es controlar la cantidad de dinero circulante, es decir, lo que están en poder del público, pues un exceso podría generar problemas económicos relacionados con una devaluación o pérdida de poder. Por otro lado, conocen muy bien que si hay restricciones de liquidez en la economía, entonces aumenta el costo del dinero, es decir, las tasas de interés, encareciendo el consumo y los proyectos de inversión.
Este delicado proceso de mantener la estabilidad de precios, aun en un contexto con limitada holgura por la carga que representa el déficit cuasi fiscal heredado por la crisis financiera, las autoridades monetarias lo han hecho bien. No ha sido fácil, es así, pero su reto ahora es garantizar que esta certidumbre se traduzca en un despertar real de la economía, pues no se puede ocultar que la respuesta no ha sido la esperada.