En República Dominicana, como en muchos otros países, hay personas que se oponen a la gestión gubernamental de turno, quienes se dedican a criticar todas las acciones del oficialismo, enfocados en los aspectos negativos, pero hasta llegando al extremo de buscarle niveles de incredulidad a los pocos logros positivos que se pudieran exhibir.
Es frecuente ver a quienes intentan desacreditar las cifras oficiales de organismos nacionales, mientras destacan como buenos y válidos determinados informes “interesados” y basados en estudios más subjetivos que objetivos, siempre que provengan de “entidades internacionales”, no siempre apegadas a los mejores parámetros.
Pero hay ocasiones en que las cifras que vienen del exterior son basadas en estudios de organismos internacionales de elevado reconocimiento y difícil cuestionamiento en cuanto a su objetividad e independencia de cualquier influencia del oficialismo nacional.
Podemos poner de ejemplo algunas cifras nacionales que en determinadas ocasiones se ha pretendido restarle credibilidad: se trata de las estadísticas sobre reducción de la pobreza en República Dominicana.
El presidente Danilo Medina ha informado que desde 2012 hasta 2018 la pobreza en el país se redujo de 39.9% a 23%, mientras que la pobreza extrema bajó de 9.9% a 2.8%, con lo que poco más de un millón y medio de personas superaron los niveles de pobreza en ese período.
Esos números, provenientes de estudios del Ministerio de Economía, Planificación y Desarrollo en coordinación con el Banco Central y con organismos internacionales, han sido objeto de cuestionamientos de parte de algunos opositores que no pueden ver nada positivo en una gestión de gobierno, aun cuando su incredulidad es sobre datos seriamente levantados.
Pero como muchos de esos grupos que se oponen a lo malo y a lo bueno tienen tendencia a creer lo que proviene de organismos internacionales, me permito invitarles a que revisen el informe emitido el pasado lunes 15 de julio por la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), en coordinación con otras entidades como el FIDA, OMS, PMA y Unicef, sobre los niveles de reducción de la subalimentación y de hambre en República Dominicana.
Ese informe, sustentado por organismos de Naciones Unidas, por lo que no se puede considerar que estén contaminados por intereses políticos gubernamentales locales, indica que en el año 2004 los niveles de hambruna en República Dominicana eran de 24.4%, mientras que para el año 2018 se habían reducido a 9.5%.
Esto indica que en los últimos 14 años la tasa de hambre en el país ha bajado en 14.9 puntos porcentuales, más de un punto por año, lo que indica, según Carmelo Gallado, representante de la FAO en República Dominicana, “que podemos alcanzar el objetivo Hambre Cero si seguimos trabajando de manera sostenida”.
El estudio señala que en 2017 la tasa de subalimentación o hambre en el país era de 10.4%, mientras que al año siguiente bajó a 9.5%.
Agrega que la reducción del hambre en República Dominicana ha sido sostenida en los últimos 14 años, aun cuando en América Latina y el Caribe se registra un aumento, que llegó a afectar a 42.5 millones de personas en 2018, lo que equivale al 6.5% de la población regional.
Estos indicadores no deben tomarse como un logro extraordinario, pues, aunque se ha reducido el hambre, un 9.5% todavía es mucho en República Dominicana; aunque se ha reducido la pobreza, un 23%, todavía es muchísimo para este país, y aunque haya bajado la pobreza extrema, el hecho de que esté en 2.8%, es todavía una proporción elevada.
Pero no se puede dudar que, aunque queda mucho trabajo por hacer y el logro de reducción de hambre y de pobreza debería ser mayor al alcanzado hasta ahora, la labor de las autoridades que nos gobiernan ha sido efectiva en ese aspecto y por eso lo ponen de manifiesto organismos internacionales de reconocida trayectoria.
Este Gobierno tiene muchas debilidades, defectos y fallas, pero las pocas en las que ha desarrollado un buen trabajo no deben ser negadas ni puestas en duda por las pasiones políticas del momento. ¡Al César lo que sea del César y a Dios lo que es de Dios!