República Dominicana tiene en el turismo una de sus principales fuentes de ingreso de divisas y debe siempre tomar todas las medidas necesaria para cuidarlo. Aunque el Aeropuerto Internacional de Las Américas (AILA) no es la principal terminal que recibe a los vacacionistas extranjeros, sigue siendo una de sus puertas de entrada.
De modo que es justo reconocer los esfuerzos que realiza la Comisión Militar y Policial (Comipol), del Ministerio de Obras Públicas y Comunicaciones (MOPC), para mantener la seguridad en el trayecto que comunica a la capital con el AILA.
Pero, ¿es suficiente ese esfuerzo? Cualquier pasajero que llega la madrugada de un lunes a República Dominicana se pregunta: ¿qué hacen decenas y decenas de motociclistas a esas horas aparcados en su isleta o correteando sobre la propia vía? Los motociclistas, que parecen en francachela por los vasos de alcohol que exhiben en sus manos, se desplazan en vía contraria en algunos tramos. Unos están estacionados a oscura y otros se mueven a gran velocidad.
Todo un jolgorio en mitad de la madrugada. En la zona se ven algunas unidades de la Comipol. ¿Qué impresión se llevará un turista que arribe al país a esa hora y se encuentra la principal autopista que lleva a la capital literalmente tomada por decenas y decenas de motociclistas aferrados al alcohol y a velocidad, o un dominicano que se “pecha” con estos incontrolables corredores en una vía poco iluminada y peor señalizada?