[dropcap]U[/dropcap]na vez más celebramos una baja inflación. Según el Banco Central, 2014 terminó con un sorprendente índice de precios al consumidor (IPC) de 1.58%, una de las más baja se la región. No hay duda de que es una verdadera hazaña que sobrepasa, incluso, el impacto que pudo haber tenido la estrepitosa reducción en la cotización del petróleo.
Sin embargo, en esta baja inflación de 1.58% se esconde algo que debe ser preocupante, o debería serlo, para las autoridades. La ponderación que tiene la comida en el primer quintil es muy significativa y de hecho, aunque a veces pase desapercibido, es lo que se lleva la mayor parte del presupuesto de los más pobres. Quizá aquí está la razón por la que la población suele decir que no siente la baja inflación que dicen las estadísticas oficiales.
Los forjadores de política económica del Estado deberían tomar en cuenta los siguientes datos: al cierre de 2014 se observaron tasas de inflación más altas en los quintiles de menores gastos, que son aquellos donde está ubicada la clase pobre. Todo esto es porque el impacto del alza de precios en el grupo Alimentos y Bebidas no Alcohólicas es mayor en estos segmentos, pues dedican una mayor proporción del presupuesto familiar al consumo de alimentos con relación a los quintiles 4 y 5, en los que pesa más el transporte.
Aunque los inflación no llegó al 2%, en los tres primeros quintiles cerró en 3.53%, 2.92% y 2.36%, respectivamente, mientras que el quintil 4 experimentó una variación de 1.72% y el quintil 5 de sólo 0.23% en el año 2014.
Es justamente esta información la que debería tomar en cuenta por las autoridades para tratar de implementar medidas que tiendan a frenar cualquier escape inflacionario. En estos días vemos que el Instituto Nacional de Protección de los Derechos del Consumidor (ProConsumidor) ha denunciado especulación de parte del comercio en aquellos productos que son sensibles en la alimentación de los dominicanos.
Si bien no hay control de precios, y que las reglas de la oferta y la demanda es lo que se impone, el Estado debe tomar partido para impedir que los más pobres, que son los que más salen afectados por cualquier incremento de precios, sean afectados nuevamente.
Nadie tiene derecho a aprovechar su posición privilegiada en el mercado para afectar a quienes no tienen la posibilidad de imponer las reglas. Esperamos que el Estado demuestre que está del lado de la mayoría.