Luce excelente la idea de dejar la Feria Internacional del Libro de Santo Domingo (FILSD) en Ciudad Colonial. La celebración del evento este año logró, sin duda, reactivar una serie de museos, restaurantes y lugares históricos del casco antiguo.
Faltó, eso sí, analizar a fondo y planificar un poco mejor el flujo de vehículos durante los días de celebración de la feria. Faltó destinar más efectivos policiales a toda la Zona Colonial para que los conductores que dejaron sus vehículos estacionados en las calles pudieran sentir mayor seguridad. Faltó que algunos espacios, como el Café Bohemio, tuvieran un poco más de organización y, quizá incluso, higienización.
La fecha de la próxima edición debería ser informada desde ya para que los teatros coloniales, los bares, los centros de ventas de pinturas y los hoteles de la zona puedan programar actividades relacionadas con la cultura y el turismo cultural.
Debemos felicitar la participación de los editores de Puerto Rico, que, como invitados especiales a la feria, trajeron una amplia oferta de autores y vendieron a precios competitivos.
También, a la Editora Nacional por el aporte que hizo con la compilación de los cuentos de Virgilio Díaz Grullón y el material adicional que enriquece nuestra visión sobre la obra de este escritor que admiramos y que, de paso, todos los dominicanos estamos obligados a conocer.
Reconocemos los esfuerzos de la dirección de la FILSD, aunque lucen incomprensible la pifia de no tener la bandera de Puerto Rico en la inauguración o que los pasajes para los escritores invitados, como Mayra Santos-Febres, fueran comprados tarde.