Al parecer, a los dominicanos nos cuesta entender, especialmente en el nivel político, la importancia que tiene para el desarrollo responsable y sostenible de la nación un sistema completo de instituciones y funciones técnicas que se ha convenido en llamar infraestructura de la calidad (IC). Esta relativa falta de entendimiento tiene como corolario la asignación de un rol secundario a las funciones de medición (metrología), normalización (normas técnicas) y de establecimiento de la conformidad mediante pruebas y ensayos para fines de certificación.
Lo dicho concierne no solo a determinados Estados que se muestran reacios a invertir en el fortalecimiento técnico de la IC; también a las entidades representativas del sector empresarial que, sorprendentemente, la ven como un costo que no vale la pena sobrellevar “por la invisibilidad de sus beneficios”. Nos parecen conductas y percepciones absolutamente erróneas.
Los cuatro procesos mencionados (medir, normalizar, ensayar y certificar) juegan un rol crucial en la construcción de la competitividad industrial, el acceso a los mercados organizados, protección del consumidor y preservación de los recursos naturales y el medio ambiente. Lo cierto es que ellos actúan de manera, digamos, intangible (invisible), tanto para nosotros los consumidores como para los fabricantes.
La compatibilidad de las tarjetas de crédito en todos los cajeros automáticos; la dosificación de los componentes de los medicamentos; la funcionalidad perfecta de los celulares y sus accesorios; las dimensiones normalizadas de los contenedores de carga, tornillos, sillas de rueda y puertas de acceso; la condición sismo-resistente de las estructuras, la exactitud de las mediciones en cualquier ámbito de la vida moderna y la certeza de las cantidades anunciadas de ingredientes y contenidos en las etiquetas, entre muchos otros ejemplos, son realmente el resultado de la funcionalidad “invisible” de la infraestructura de la calidad. La IC interviene como protagonista en la determinación de las dimensiones y tolerancias de los productos, las equivalencias de las mediciones, la realización de ensayos de manera confiable y la aceptación de productos entre países.
Todos los procesos modernos exigen cada vez más normas, mediciones, ensayos y certificaciones confiables. Estos elementos están fuertemente interrelacionados: las normas parecerían inútiles sin mediciones confiables; las mediciones deben estar normalizadas; los productos deben ser sometidos a ensayos para establecer su conformidad con los requisitos de las normas y reglamentos técnicos, y la compatibilidad internacional sería imposible sin la normalización de los procedimientos de ensayo. Lo que es más importante, la confianza en el engranaje sería imposible sin la acreditación de los actores técnicos intervinientes, es decir, sin el reconocimiento de las competencias técnicas de los laboratorios de pruebas y ensayos y de entidades públicas o privadas de certificación de productos, procesos y sistemas.
La globalización hace emerger una nueva perspectiva. De acuerdo con el profesor Ernst O. Goebel del Instituto de Metrología de Alemania (PTB) “los aspectos de la calidad deben ahora ser transformados de percepciones subjetivas a criterios mundiales negociables y susceptibles de mercadeo que son luego convertidos, en organizaciones internacionales y regionales de normalización, metrología o acreditación, en normas capaces de lograr consenso”.
Con tan importante misión, el Sistema Dominicano para la Calidad (Sidocal) debería ser tomado muy en serio por las autoridades y las empresas. Con más razón, cuando vemos que el ciclo de vida de los productos se acorta cada día más en el contexto del impresionante avance tecnológico. No es casual entonces que los consumidores demanden niveles muy altos de seguridad, confiabilidad y sustentabilidad, además de un mejor funcionamiento de los productos y servicios. Por otro lado, la IC misma, como institucionalidad fundamentalmente técnica, debe ser proactiva, esto es, adelantarse a las necesidades de todos los grupos meta principales.