Si algo tuvo Juan Bosch bien claro, fue que sin organización ni disciplina podríamos construir una institución que quisiera transformar la sociedad en beneficio de todos sus habitantes. Fue por ello que dotó en sus inicios a la organización que fundo el 1973, un programa de educación donde privilegiaba además de la historia, para que conociéramos nuestros errores y no los repitiéramos, la disciplina, la organización y los métodos de trabajo. Elementos estos fundaménteles para lograr los objetivos que pretendemos alcanzar.
Ahora bien, estos elementos son tomados muy en cuenta, cuando son asumidos por líderes con vocación de servicio, siendo su centro el bien común. Hoy nuestra sociedad se ahoga en el individualismo donde cada quien solo tiene el sujeto, sin importar el bien común. Y no solo vemos estos vicios en los hombres y mujeres comunes. Hace un gran daño cuando los líderes de la sociedad no saben cuáles son sus roles en el desarrollo de su sociedad y anteponen sus intereses particulares por encima de los intereses de todos.
Si analizamos los pueblos que han logrado salir de la pobreza, tienen todo un común denominador y este es la disciplina. Nada puede tener éxito si los procesos, tareas y acciones no se llevan siguiendo un régimen disciplinario para convertir los afanes en éxitos, con los esfuerzos requeridos sin desperdicios de recursos ni de tiempo. Ahora si son necesarios los procesos y la organización, todo ello necesita los métodos de trabajo. En la construcción del Partido de La Liberación, estos elementos fueron clave, y de allí viene el éxito alcanzado.
Lo más sorprendente es que esos hombres y mujeres que pasaron por los círculos de Estudios y Comités de bases, no llevaron a los puestos de trabajo y de Dirección del Estado esos elementos para lograr un desarrollo más integral.
Con esto no quiero decir que no hemos avanzado, si mucho, pero no lo necesario para vender los males de siempre, como la pobreza, la ignorancia y los vicios de nuestra sociedad, que desperdicia el tiempo y los recursos en banalidades.
Necesitamos crear mucho capital social, que nos sirva para encausar nuestros afanes diarios por mejores caminos de construcción de una mejor sociedad. Y para ello, debemos asumir nuestras responsabilidades, desde las posiciones que nos encontremos, sin importar la jerarquía, porque el destino se construye paso a paso, por líderes con condiciones, pero con actitudes positivas, asumiendo los sacrificios necesarios para construir el futuro que pretendemos dejar a nuestros hijos.
Juan Bosch dejó suficiente enseñanza que debiéramos repasar para ver cómo enmendamos nuestros errores por falta de observancia a nuestros orígenes y los propósitos que nos juntaron en la noble tarea de construir una mejor sociedad para todos.