Tal como se esperaba, tras concluir su visita a República Dominicana, la misión del Fondo Monetario Internacional (FMI), encabezada por Aliona Cebotari, emitió el pasado lunes un comunicado donde resume su parecer sobre el comportamiento de la economía.
Muchos medios de comunicación destacaron que el organismo estima un crecimiento económico de 5.5% para este año. El mismo día de la emisión del comunicado, el gobernador del Banco Central, Héctor Valdez Albizu, declaró que en los primeros dos meses de este año la economía medida por el producto interno bruto (PIB) creció 5.9%.
Pero otros medios profundizaron más e hicieron referencia a las sugerencias de cambios estructurales que hace el FMI para que el crecimiento pueda seguir sin la necesidad de un elevado endeudamiento público, como el que ha caracterizado al país hasta ahora.
De hecho, las sugerencias del FMI sobre la necesidad de una reforma fiscal, de revisar y reducir las exenciones fiscales, de bajar los costos del sector eléctrico y mejorar la calidad del gasto público, son reiterativas, pues están contenidas en cada uno de los reportes que hace ese organismo tras sus visitas regulares de evaluación económica del país.
El problema está en que las autoridades dominicanas han decidido dejar prácticamente todo igual y continuar cubriendo cualquier faltante en la operatividad del Estado con un creciente endeudamiento público.
Para esta ocasión, el FMI prefirió hacer una advertencia inversa, es decir, expresar a modo de resignación que “la deuda seguirá aumentando gradualmente en el mediano plazo”, debido a que las autoridades nacionales le habrían ratificado que no habrá reforma fiscal en lo que resta del actual período gubernamental.
Al referirse a la consolidación fiscal, el comunicado de la misión del FMI indica que la deuda pública sigue creciendo, “a pesar de varios años de crecimiento sólido de la economía y de buenos resultados en la lucha contra el fraude y la evasión fiscal”.
Agrega que persisten los compromisos de pago de intereses y capital de deuda vencida, así como las pérdidas del sector eléctrico, lo cual, sumado a la falta de una reforma fiscal para ampliar la base imponible y la reducción de los incentivos fiscales y exenciones, además de la mejoría en la gestión del gasto, obligará a seguir aumentando el endeudamiento público.
Ese endeudamiento, de acuerdo con las estadísticas oficiales, va en constante alza. Veamos algunas cifras de los últimos 20 años:
A diciembre de 1996 la deuda del sector público no financiero era de 3,807.3 millones de dólares (21.7% del PIB); para el igual mes de 2000 se ubicó en 4,145.1 millones de dólares, incluyendo un remanente de deuda interna (17.2% del PIB, debido a que la economía creció en ese período).
Al cierre de 2004 la deuda pública, interna y externa llegó a 7,420.6 millones de dólares (32% del PIB) y en los ocho años siguientes, hacia diciembre de 2013 había subido a 19,463.3 millones, pero gracias al crecimiento mostrado por la economía en esos ocho años, su proporción como porcentaje del producto siguió en 32% del PIB.
Desde 2012 hasta finales de enero de este año, la deuda del sector público no financiero, interna y externa, suma 32,162.5 millones de dólares (39.8% del PIB), lo que indica que desde el año 2000 hasta ahora, el endeudamiento ha ido en un crecimiento ascendente e indetenible que se torna preocupante para el futuro económico del país.
Pero ese endeudamiento de casi 40% del PIB es sólo del sector público no financiero. Cuando se agrega la deuda financiera acumulada por el Banco Central, que ronda los 575,473.7 millones de pesos al cierre de febrero de este año (alrededor de 11,395.5 millones de dólares a la tasa de cambio actual) se tiene que la deuda del sector público consolidado es de un 53.9% del PIB.
Los comunicados del FMI tienden a ser muy diplomáticos y deferentes, pero aun así incluyen observaciones objetivas sobre necesarias iniciativas para garantizar la robustez del crecimiento y la reducción de la desigualdad social.
Sería bueno que las autoridades locales se tomen esa parte en serio y no se embriaguen con los piropos diplomáticos de buen crecimiento y medidas paliativas acertadas.