Partiendo de los datos de cierre de 2018, servidos por el Organismos Coordinador del Sistema Eléctrico Nacional Interconectado (OC-SENI), República Dominicana tiene una capacidad instalada de generación de 3,981.1 megavatios.
Cuando se puedan contabilizar los 752 que entrarán de Punta Catalina, una vez esté 100% en línea, serán 4,733.1 megas. Hemos logrado diversificar, aunque de manera lenta, la matriz energética. Sin embargo, sería oportuno preguntarse cuál es el futuro de la energía en este país.
Hasta la fecha, República Dominicana no tiene ningún yacimiento de combustible fósil explotable comercialmente, lo que obliga a los tomadores de decisiones a plantearse sobre la base de qué o cuáles fuentes descansará el desarrollo económico y social de los dominicanos en los próximos años.
Hay que afirmarlo con toda claridad: la cuota de carbón mineral para generación de electricidad ya está agotada, por lo menos durante un buen tiempo. Con este combustible hay 312 megavatios en línea y pronto, según las autoridades, habrá que agregar los 752 que aportará Punta Catalina, para un total de 1,064 megas disponibles.
Donde sí hay mucho campo abierto disponible, y lo demuestran las estadísticas del sector eléctrico, es en las energías limpias, en las que no contaminan y, al mediano y largo plazos, cuestan menos al país. La relación costo-beneficio es indiscutible. El sol es, sin lugar a duda, la principal fuente disponible para las próximas inversiones en el sector energético dominicano, seguida de la eólica, hidráulica y biomasa.
El sector industrial y las empresas que requieren de una gran capacidad instalada deben mirar hacia las energías renovables para minimizar costos operacionales, es decir, ser más competitivas, y al mismo tiempo aportar su granito de arena en el cuidado del medio ambiente.
La sequía que afecta a todo el país, y que podría prolongarse por otros 60 días, es una señal de alerta para que el Estado, a través de sus autoridades, tome la mejor decisión y se sigan impulsando proyectos de desarrollo de las energías limpias.
Invertir en paneles solares, por ejemplo, significa un ahorro que supera el 50% para cualquier empresa. Y lo mejor, quienes invierten en uno de estos sistemas también se pueden convertir en suplidores de electricidad con la instalación de los medidores bidireccionales, los cuales entregan la energía que no se necesite.
Impulsar las energías limpias debe ser un compromiso de Estado más allá de la teoría plasmada en las leyes. La práctica es lo que manda en estos casos.