República Dominicana está en medio de una crisis de agua extrema. Ya lo han dicho los principales funcionarios del Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos (Indrhi), del Ministerio de Agricultura, de la Corporación del Acueducto y Alcantarillado de Santo Domingo (CAASD) y otras instituciones que velan por el buen aprovechamiento de los recursos hídricos.
Lo que espera todo el mundo, y muy especialmente las autoridades, es que pronto lleguen las lluvias en las zonas donde son realmente eficaces para llenar los embalses de las presas de donde se suplen los sistemas de suministro de agua de las principales ciudades. Santo Domingo, con más de tres millones de habitantes, sufre la peor consecuencia.
Sin embargo, la sequía debería ser una oportunidad para aprender, y tomar conciencia sobre la importancia de conservar el agua, de cada gota que llega a nuestras casas. ¿Qué dice la experiencia? Que las personas, con rarísimas excepciones, dispendian este líquido sin el mínimo de remordimiento. Todo esto, por supuesto, porque no se ha cultivado una cultura colectiva para apreciarlo.
Las autoridades, lamentablemente, igual que el resto de la población, implementan campañas para ahorrar agua sólo en tiempos de sequía. Y no debe ser así. Desde los hogares, escuelas, en las empresas y, por supuesto, como una política de Estado, cada dominicano debería ser formado con una conciencia clara respecto al agua.
¿Cuál ha sido el ejemplo del Estado? Basta con recordar que no se sabe cuántas veces el proyecto de Ley de Agua, que busca modernizar este sector, ha perimido y se ha reintroducido al Congreso sin que haya habido un final feliz. Ahora con la sequía extrema, en la que mueren reses y cultivos se pierden, con el consecuente impacto económico, las autoridades se ven en la obligación de pedir paciencia a la población.
Así como se imparten otras materias básicas en nuestro sistema educativo, que a pesar de recibir un 4% del producto interno bruto (PIB) no ha dado los frutos esperados, debería incluirse en los programas aspectos relacionados con el cuidado al medio ambiente más allá de la teoría.
República Dominicana necesita de decisiones transcendentales en materia de agua, pues es un líquido vital para cualquiera de las actividades humanas. Postergar cualquier decisión puede ser muy grave.