“Sólo cayó una ‘jarinita’ en los primeros 18 días de enero y yo dije: ‘nos fuñimos’, porque cuando las cabañuelas ‘rezan’ secas es muy difícil que llueva ese año”. Don Tilo (Otilio) Suriel, con 84 años de vida y vinculado a la producción y comercialización de productos agrícolas, anda con la misma preocupación que tienen, frente a la prolongada sequía, los ganaderos de la Línea Noroeste y las autoridades encargadas del almacenamiento y distribución del agua para consumo de la población y regar los sembradíos.
Las cabañuelas grandes rezan los primeros doce días de enero. Cada 24 horas representan un mes del año. Luego empiezan las seis “chiquitas” en las que la mañana y la tarde se atribuyen a meses distintos, explica don Tilo Suriel, quien reside entre Tireo, en Constanza, y Santiago.
Con una visión científica, el geólogo Osiris de León piensa que la sequía que los campesinos pronosticaron con las cabañuelas puede empezar a mermar en mayo, ya que a partir de la mitad de ese mes variarán las condiciones del vapor y la humedad en el Atlántico, lo cual facilitará las lluvias.
“En febrero en el Suroeste solo cayó el 12% de las lluvias que, por lo general, cae en un mes y en la Línea Noroeste un 25%”, lamenta De León, asesor científico del Poder Ejecutivo Geociencias, Sismicidad y Prevención de Desastres.
Recuerda que se trata de una sequía regional en el Caribe, asociada a un fenómeno del Niño moderado y que afecta en países como Haití, Jamaica y Cuba (en el Oriente). “Mientras tanto, nos quedan unos 580 millones de metros cúbicos de agua en las presas y para que nos alcance hasta la segunda mitad de mayo debemos racionalizar su uso”, dice.
Ya las autoridades empezaron a racionar el agua para la agricultura, la generación de electricidad y el consumo humano. “De las 34 presas solo dos están en una ‘situación media’, vamos a llamarlo así; después todas están en situación crítica”, alerta el director del Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos (Indrhi), Olgo Fernández.
Explica que en el caso de la presa de Rincón, con unos 2 millones de metros cúbicos, solo reserva agua para el consumo humano. Las menos impactadas son Hatillo y el complejo Valdesia-Jigüey-Aguacate junto al contraembalse de Las Barías. “Después todas están en condiciones críticas porque la sequía está acentuada y ya comienza a afectar las zonas productoras de arroz y banano en el Noroeste”.
Miguel Tatem, presidente de la Asociación Agrícola Monte De Sión (Asamsi), una organización que agrupa a 56 productores con 6,380 tareas de banano destinado a exportación, asegura que la sequía actual obliga a un riego de mayor intensidad. “Si no llueve pronto podríamos tener problemas porque ya las plantas empiezan a mostrar estrés hídrico”.
Lamenta que República Dominicana todavía no tome medidas paliativas, como proteger con mayor rigor toda la cuenca del Río Yaque del Norte que garantiza el suministro de agua a las plantaciones de la Línea Noroeste.
“Tenemos un clima extremo. Hace poco los bananeros tuvimos dos años de muchos problemas con las inundaciones y ahora son años de sequía”, lamenta el productor.
La sequía más extrema
El director del Indrhi insiste en que “en este momento estamos pasando por la sequía más extrema de los últimos 50 años”. “En 2018 solo llovió alrededor de un 50% de lo que debe llover de manera normal”.
Fernández advierte que los productores, una vez corten el arroz, tendrán que esperar que las presas recuperen sus niveles para poder plantar la próxima cosecha. “Estamos en crisis y tenemos que recuperar los embalses en abril y mayo y esperar que la temporada ciclónica entre, a partir del 30 de junio, para ver si vienen altas precipitaciones para prepararnos para el año 2020”.
Sostiene que “la sociedad dominicana no estaba preparada para una sequía tan prolongada. Entre 1944 a 1946 el país recibió una media de 796 milímetros de agua al año; en 1975 (otro año de sequía) un total de 717.7 milímetros y en 2018 solo 489 milímetros, es decir que la media anual en 2018 estuvo por debajo de todos los años”, dice.
Basada en el análisis de los datos que acumula sobre el comportamiento de las lluvias, la Oficina Nacional de Meteorología (Onamet) mantiene una “Alerta Meteorológica de Sequía” ante un déficit pluviométrico en las regiones Sur, Suroeste y Noroeste.
“Los datos normales del período 1971-2000, muestran que los acumulados esperados a nivel nacional son de 4,660.7 mms, sin embargo, durante el mes analizado (febrero 2019) solo se acumularon 2,242.3 mms, es decir, hubo un déficit pluviométrico de un 52% (basado en el análisis de 67 estaciones meteorológicas)”, plantea.
Resalta que “la sequía que se observa en las regiones Noreste y Nor/Central, no es normal en este período de Sequía Estacional (noviembre-marzo), ya que los sistemas frontales deben generar los aportes de lluvia suficientes para mantener la humedad necesaria de sus suelos”.
“Sin embargo, estos sistemas han continuado cruzando alejados del territorio dominicano, generando marcadas desviaciones negativas (debajo de lo normal/déficit de lluvia) en las regiones mencionadas”, dice.
La Onamet registró entre el 21 y el 31 de enero, “sequía absoluta” en 21 de 31 estaciones de observación meteorológica, al comparar su balance hídrico de una década. En nueve detectó “sequía extrema” y “grave” en Villa Altagracia, Cabrera y Río San Juan.
En enero prevaleció la sequía en más de un 95% del territorio nacional, dice la Onamet. “Durante esta década se han incrementado las condiciones de sequía de extrema a sequía absoluta en todas las localidades de las regionales agropecuarias Suroeste y Sur, a excepción de la localidad de Polo que presenta ausencia de sequía”, afirma.
En Montecristi la sequía extrema ya provocó al menos un muerto y un herido. Después de balear a Franklin Marichal durante una discusión por el uso del agua de un canal en Magdalena, el agricultor Pedro Antonio Taveras Uceta se quitó la vida.
La cuenca del Río Yaque del Norte, que contribuye a paliar los efectos de la sequía en toda la Línea Noroeste, también se ve afectada. Aprovechando que el árbol ve mermada su capacidad de defenderse con la resina, el escarabajo del pino (ips calligraphus) intensifica su ataque en plantaciones de La Sierra de San José de Las Matas.
El Gobierno informó, a través del ministro administrativo de la Presidencia, Gustavo Montalvo, que más de 400,000 árboles se ven afectados por la plaga que se expande con rapidez, con el riesgo de entrar al Parque Nacional José Armando Bermúdez, en el que nacen la mayoría de los afluentes del Yaque del Norte.
Medio Ambiente y el Plan Sierra tienen en estos momentos unas 22 brigadas técnicas, con entre 8 y 15 personas, eliminando los pinos afectados por escarabajo. Mientras, la sequía se refleja en la disminución del caudal de los ríos, como el Amina o el Inoa que está casi seco.
Montalvo, presidente de la Comisión para el Reordenamiento y Manejo de la cuenca del Río Yaque del Norte (CRYN), definió la sequía de La Sierra y La Línea Noroeste como “la más intensa desde que el país mantiene registro de su pluviometría”.
Prometió que Agricultura seguirá distribuyendo 10,000 raciones semanales de pacas de heno y silo-bolsa de forraje; ampliará la entrega de 8 a 15 camiones diarios de caña de azúcar.
Además, 20 mil quintales de afrecho de arroz a las organizaciones de La Sierra y la Línea Noroeste a las que sumará otros 50,000 quintales de afrecho de trigo.
El presidente de la Asociación Dominicana de Productores de Leche (Aproleche), Eric Rivero, reconoce los esfuerzos del Gobierno frente a los efectos de la sequía, pero demanda una logística más ágil que permita que la ayuda llegue a los sectores afectados.
“Está ahí (la ayuda del Gobierno), pero lamentablemente no ha habido la rapidez para que llegue y, lamentablemente, día tras día, la situación se empeora y más animales mueren”, dice.
La semana pasada los ganaderos informaron, en una rueda de prensa junto al ministro de Agricultura, Osmar Benítez, que tenían reportes de al menos 1,190 reses muertas producto de la sequía, con una pérdida económica de alrededor de RD$47.6 millones.
Un año seco y amargo
Los apicultores de las provincias de la Línea Noroeste se tragan el amargo de la sequía. “La falta de lluvias en la región nos ha afectado bastante, ya tenemos nueve meses sin cosechar miel y hemos perdido más del 50% de nuestras colmenas”, asegura Noelia Ruiz, presidenta de la Asociación de Apicultores Río Cana (Asapirca), la cual aglutina a 30 miembros.
Los campesinos de la región, que interpretan los rezos de las cabañuelas, le dicen que “por lo que se vio en enero no vamos a tener lluvias este año”, lamenta Ruiz. Los aguaceros son los que multiplican las flores que alimentan a las abejas. “Por ejemplo, en el caso mío, tenía 80 colmenas en un apiario y solo me quedan 25”, comenta.
La falta de floración lleva a los apicultores que pueden, y quieren conservar su fuente de ingresos, a alimentar a las abejas con harina de soya y jarabe de azúcar, explica. Pero la mayoría carece de dinero para comprar esos productos a un precio razonable para su esquema de extracción de la miel.
“Yo le entregue, con los miembros de la Asapirca al ministro Osmar Benítez, una lista que explica las necesidades de los apicultores que incluía 1,000 sacos de azúcar, pero todavía no hemos tenido respuesta del Gobierno”, dice.
Los apicultores también requieren apoyo para mejorar la sanidad de las colmenas y librarlas de males como la varroa que se debilitan por la falta de flores y, por consiguiente, de néctar para alimentar a las abejas de las colmenas que les quedan.
La misma situación de precariedad experimentan los apicultores de la Asociación de productores la Fronteriza de Dajabón, integrada por 60 miembros. Su presidente, José Santiago De la Rosa, explica que la miel se empieza a extraer cada año entre noviembre y diciembre en un ciclo que termina en el mayo siguiente.
“Cuando no hay sequía, en tiempos normales, podemos producir hasta 80 tanques cada año, pero ahora mismo puede ser que tal vez lleguemos a 30”, asegura De la Rosa.
Fuera de lo normal
La Oficina Nacional de Meteorología (Onamet) afirma: “Tomando como indicador al Balance Hídrico, que evalúa el contenido hídrico de los suelos (analizado cada 10 días), en la segunda década de febrero 2019, el 95.5% de las estaciones meteorológicas analizadas presentaron algún grado de sequía, destacándose las regionales agropecuarias Sur, Suroeste y Noroeste que desde noviembre 2018 continúan con sequía extrema y absoluta (totalmente sequía)”.
Dice que “lamentablemente, este tipo de sequía se ha observado también en las regionales Norte, Central, Noreste y Este, donde entre 85% y 91% de las estaciones indicaron esta condición”. Mientras, afirma, la regional Norcentral, presentó un 66.7% de estaciones bajo esta condición, a excepción de Salcedo y Bonao presentaron condiciones de humedad.
La entidad recuerda que el evento El Niño de intensidad débil podría mantenerse hasta la primavera de 2019 en el Hemisferio Norte y que, aunque “los fenómenos El Niño débiles no han sido muy estudiados, en investigaciones actuales que realiza la Onamet, se ha ido comprobando su relación con eventos de sequía en República Dominicana”.
La dependencia estatal asegura que desde 2018 registra “déficits recurrentes” en las lluvias que afectan al país, lo cual acentúa la pérdida de humedad de los suelos e intensifica la sequía estacional. La dependencia oficial afirma que la herramienta de predicción climática (CPT, por sus siglas en inglés) le lleva a pronosticar que para el período marzo, abril y mayo habrá “bastante incertidumbre en cuanto al comportamiento de las lluvias esperadas”.