Los Siniestros catastróficos en 2017 fueron de gran magnitud, ocasionándoles pérdidas a los aseguradores y reaseguradores por los US$150,000 millones a causa de huracanes, inundaciones y fuegos forestales que ocasionaron pérdidas económicas por los US$350,000 millones, generando una brecha de US$200,000 millones. O sea, que no tenían nada de cobertura, y que los afectados necesariamente mordieron el polvo de la quiebra. Murieron y desaparecieron unas 11,000 personas y miles más perdieron sus hogares.
Para 2018, no ha habido catástrofe natural importante. Sí hemos tenido muchos sucesos pequeños y medianos producidos por el hombre y algunos de la naturaleza, de pérdidas considerables, que han elevado el promedio de las pérdidas de los últimos 10 años. Según Swiss Re, las pérdidas económicas en 2018 ascendieron a US$155,000 millones, menos de la mitad de los US$350,000 millones de 2017. Las pérdidas aseguradas ascendieron a US$79,000 millones. Unas 71 por catástrofes naturales y 8,000 millones por el hombre.
En lo que respecta a República Dominicana, las pérdidas más preocupantes para los reaseguradores han sido las de incendio, ya que desde los huracanes María e Irma no ha habido pérdidas catastróficas considerables. En 2017 se incendiaron Plaza Lama, Multiquimica, Almacenes Iberia entre otros, que sumaron muchos cientos de millones de pesos. En 2018, si mal no recuerdo, Hermanos Jerez, L & R Comercial, y, el más complejo de todos, Polyplas. No bien comienza el año 2019 y ya tenemos el gran incendio de los almacenes de añejamiento de Brugal en Puerto Plata y la fábrica de plásticos Flexopack en Haina. A cualquiera que tiene que rascarse los bolsillos, le pone los pelos de punta.
Nuestro mercado debe revisarse y ponerle mucha atención a esta situación para que no nos quedemos sin mercado reasegurador de calidad y, sobre todo, garantizarle tasas suficientes que cubran los costos de reaseguros donde podamos obtener beneficios técnicos. Debemos dejar de competirnos los clientes con tasas bajas a costa de los beneficios técnicos y, por otro lado, exigir la implementación de medidas de seguridad y procesos que mejoren la seguridad de los establecimientos para reducir las incidencias de esos incendios que se están repitiendo con una peligrosidad catastrófica.
Somos un mercado muy pequeño, con demasiados jugadores, y un supervisor deficiente. A pesar del nivel de crecimiento de la economía, no superamos el 2% del PIB en primas, con la más alta brecha de la región, por lo que deberíamos abocarnos a elevar la conciencia de los propietarios de bienes sobre la necesidad y beneficio que impone tener un buen programa de seguros para proteger los bienes que nos han costado tanto esfuerzo en obtener.
Somos muchas aseguradoras, y más los intermediarios, o sea, somos muchos los que deberíamos impulsar una campaña efectiva para elevar esa conciencia sobre los seguros, lo que ayudaría a reducir las pérdidas con el incremento de la producción, que traería, necesariamente, mejores condiciones para nuestros clientes. Estamos muy pasivos, observando, cuando deberíamos pasar a ocuparnos para que las cosas mejoren. Manos a la obra.