El título que lleva este artículo es el del acertado slogan que los productores de leche han creado para sustentar su demanda de que se aumente el precio de este producto en el inicio de la cadena de valor. Hablan de precios justos para la leche, pero creo que se quedan cortos; debería ser “precios justos para todos los productos agropecuarios”, pues se evidencia que, históricamente, los pequeños productores agropecuarios han sido abusados por los que controlan la cadena de comercialización que se inicia en el campo.
Todo esto ocurre aun cuando se estableció un Plan Nacional para la Soberanía y la Seguridad Alimentaria y Nutricional, el cual se definió a partir de cuatro áreas de intervención estratégica: “producción sostenible de alimentos y desarrollo rural; comercialización, distribución y consumo de alimentos; información y educación alimentaria y nutricional, y sostenibilidad ambiental y climática para la producción de alimentos”.
Y es que con el sector agropecuario se han dado las mayores contradicciones a lo largo de la historia económica del país, pues todos reconocen su importancia y contribución a la economía, pero los apoyos han sido tímidos, desarticulados, no sistematizados ni permanentes, sin dejar de reconocer la buena voluntad de la actual administración gubernamental con relación a este tema. Pero esto no solo ha pasado con el sector agropecuario, sino también con el industrial y, en ese contexto, el gran beneficiario, contradictoriamente, ha sido el sector servicios. En efecto, datos del Banco Central dominicano indican que la ponderación del sector agropecuario pasó de ser un 15.3% en el trimestre enero-marzo de 1991 a 5.6% en el mismo lapso del 2018, es decir, que ha disminuido alrededor de diez puntos porcentuales en casi 30 años.
Algo similar ha pasado con el sector industrial cuya ponderación en el producto interno bruto era de 33.2% medido en el período enero-marzo de 1991, cayendo a un 24.2% en igual período del 2018, lo que implica una reducción de alrededor de nueve puntos porcentuales.
De manera contraria, el sector servicios parece ser el gran ganador de la economía dominicana durante los últimos seis lustros. Así lo revela la escalada que ha tenido en términos de su ponderación en el PIB. En ese sentido, este sector pasó de tener una ponderación en el producto total de 45.4% para el trimestre enero-marzo de 1991, incrementándose esta hasta un 62.6% para igual período del 2018, arrojando una expansión de casi 23 puntos porcentuales.
Al final no se sabe sin son las políticas públicas incorrectas las que han llevado al sector agropecuario hasta este punto, o si es la atomización propia de los actores del sector, o quizás la apertura de mercados que ha beneficiado más a las importaciones que a la producción local. Lo que sí debe quedar claro es que “sin producción no hay nación” y que con mucha tecnología se avanza, pero no se come.