Una economía que no genera empleos formales y de calidad se aleja del desarrollo inclusivo. El sector exportador de un país, y en este caso República Dominicana, es fundamental para generar una cadena de valor que dé oportunidades a todos de manera equitativa.
Cuando la industria local trabaja en condiciones idóneas para competir, tiene efectos positivos en la economía desde diversos puntos de enfoque: empleos, divisas por vía de las exportaciones y, para ser aún más importante, ingresos a través de los impuestos directos e indirectos que servirán para que la gestión del Estado sea más eficiente y eficaz.
Hay que reconocer que el decreto 437-17, que estableció el 2018 como el “Año de fomento a las exportaciones”, muestra la coherencia del Gobierno en cuanto a su visión de trabajar en función de fortalecer el desarrollo del país. No es una tarea fácil, pues es necesario concatenar (y poner a coincidir) una diversidad de intereses económicos.
Si bien los resultados en términos de aumento de las exportaciones en 2018 quizá no tuvieron que ver con la declaratoria de ese año para fomentarlas, el país exportó US$11,500 millones, para un crecimiento relativo de un 9.5%. Es un buen número y ahora el compromiso es mejorarlo para que sigan mejorando las condiciones de vida de los dominicanos. El sentido de coherencia estatal se da, desde luego, con la declaratoria del 2019 como el “Año para la innovación y la competitividad para las exportaciones”.
Podría decirse que es un reflejo, por lo menos en cuanto a las políticas públicas, del compromiso del Estado de lograr la meta de ser el centro logístico del Caribe.
Un enfoque real establece que ambos años, 2018 y 2019, en esencia se dedican a lo mismo: a fomentar la competitividad para lograr un país exportador. En el primer período se sustentó en la parte normativa e institucional, mientras que ahora la línea es aplicar las políticas. Lo importante aquí es la decisión de las autoridades de no sólo ser coherentes, sino de haber tomado la iniciativa y darle continuidad.
Los resultados, ha de esperarse, tienen que ser positivos. Sin embargo, para que estas decisiones se traduzcan en beneficios reales para la economía, es necesario mantener la coherencia más allá de la parte teórica y de parte de las autoridades. El sector privado, que es el llamado a producir, también debe estar a una.