Un 28% de la población de Costa Rica destina el 30% de sus ingresos al pago de deudas, según un estudio revelado este miércoles por la Asociación Bancaria Costarricense.
La encuesta llamada “Nivel de Bancarización y Capacidades Financieras de los Costarricenses” además indica que un 54% de los encuestados planifica y hace un presupuesto, pero solo el 40 por ciento lo cumple.
El estudio también determinó que para un 5.1% de los costarricenses el pago de deudas representa más del 51% de sus ingresos.
Mientras que un 62% reconoce que alguna vez se ha quedado corto para cubrir los gastos básicos del hogar, por lo cual la Asociación hizo un llamado a poner en orden las finanzas en este inicio de año, para no verse en apuros en los meses siguientes.
“Al iniciar el año es recomendable revisar cómo están los ingresos y los gastos. Es necesario comenzar a trabajar con un presupuesto, que permita identificar claramente de cuánto dinero se dispone y cuáles son los gastos, tanto fijos (pago de la hipoteca o el carro), como variables (alimentación, ropa, servicios, etc)”, dijo la directora ejecutiva del ente María Isabel Cortés.
La experta también expresó que dentro de ese presupuesto se debe tomar en cuenta incluir el ahorro, para comenzar con este tipo de hábito.
Entre algunas recomendaciones de las Asociación Bancaria se encuentran planificar durante el año la mayor parte de los gastos, de esta forma se puede desarrollar una cultura de presupuestar la economía personal o familiar.
Realizar un plan financiero, que permita que los miembros de la familia tengan mayor consciencia del gasto, los precios y se vuelvan consumidores más responsables.
Además de fusionar o refinanciar deudas mediante los programas que tienen las entidades financieras autorizadas, en especial para aquellas personas que necesitan aliviar la presión financiera presente y ordenar sus finanzas en el mediano plazo.
Otra de las recomendaciones es aprovechar inteligentemente las ofertas, adquiriendo bienes a mejores precios pero que sean realmente necesarios y darle un uso inteligente a los ingresos extraordinarios, ya sea para atender gastos o ahorrarlos para situaciones especiales o imprevisibles