Una correcta definición de la palabra “ilusión” es: “Esperanza, con o sin fundamento real, de lograr o de que se suceda algo que se anhela o se persigue y cuya consecución parece especialmente atractiva”.
Ilusión es la palabra que llegó a mi mente cuando conocí la noticia sobre unas declaraciones del ministro de Agricultura, Osmar Benítez, donde informa que el presidente Danilo Medina autorizó solicitar la revisión del Tratado de Libre Comercio entre Estados Unidos, República Dominicana y Centroamérica, conocido como DR-Cafta.
Me sorprende que sea el ministro de Agricultura quien promueva esa idea, pues él, con sus amplios conocimientos en materia de comercio exterior, sabe que plantearse una modificación del DR-Cafta y, más aún, con el objetivo de mejorar las condiciones de ese acuerdo para República Dominicana, no pasa de ser una ilusión.
Pudiera decirse que la aspiración de modificación del DR-Cafta no es sorprendente, si se toma en cuenta que el presidente Donald Trump, de Estados Unidos, inició y logró un cambio del Tratado de Libre Comercio de Norteamérica, entre su nación, Canadá y México.
Pero resulta que esa modificación fue promovida por el gobierno de Estados Unidos debido a que su balanza comercial venía siendo afectada en su comercio, especialmente con México, cuando su objetivo es que se incline a su favor.
Ese no es el caso del DR-Cafta, donde de los seis países que tienen intercambio con la nación norteamericana, República Dominicana, Guatemala, Costa Rica, Honduras, El Salvador y Nicaragua, sólo el último tiene una balanza comercial positiva frente a la gran nación del norte.
Los otros cinco países, con mayor volumen comercial que Nicaragua cada uno de forma individual, tienen balanza comercial negativa con Estados Unidos, lo cual indica que esa nación no tiene motivos ni intereses de cambiar esas condiciones, por lo que difícilmente accedería a revisar un tratado donde lleva ventaja.
La otra parte que me hace ver ese anuncio del ministro de Agricultura como una ilusión es que no existe probabilidad a la vista de que el resultado de una eventual revisión del DR-Cafta sea, precisamente, para favorecer a República Dominicana.
Por el contrario, revisar ese tratado podría ser un riesgo de que en lugar de ganar ventajas veamos ampliarse nuestra desventaja frente al gigante socio estadounidense.
De acuerdo con las estadísticas del Departamento de Comercio de esa nación, en los primeros diez meses del año 2018, las exportaciones locales hacia allá llegaron a US$4,191.7 millones, mientras que nuestras importaciones desde ese país sumaron US$7,093.9 millones.
Esto indica que hasta octubre de este año la balanza comercial de República Dominicana con Estados Unidos era negativa para nosotros en una proporción absoluta de US$2.602.1 millones, es decir, una proporción 38.7 a 61.3 a favor de Norteamérica.
Esa misma condición, aunque en menor proporción absoluta es la que tienen Costa Rica, Honduras, El Salvador y Guatemala.
Entonces, con esas favorables condiciones, ¿estaría Estados Unidos en la disposición de revisar el DR-Cafta? ¿Para qué? ¿Para mejorar las condiciones de República Dominica y perjudicar su balanza comercial favorable?
Además, no se puede olvidar que el DR-Cafta fue negociado prácticamente en su totalidad por los cinco países de Centroamérica con Estados Unidos y que República Dominicana se adhirió a último momento, prácticamente rogando para que no le dejaran fuera.
Ante esa realidad, es lógico que ante cualquier intención de convencer a Estados Unidos de revisar el DR-Cafta, lo primero que deberá hacer República Dominicana es convencer a los cinco de Centroamérica a plantear lo mismo. Es algo sobre lo que tengo mis dudas, toda vez que esas naciones sí han mejorado su balanza comercial de manera muy favorable, no con Estados Unidos, sino, precisamente, con República Dominicana.
Sí mis queridos lectores, nosotros no solo hemos sido deficientes en el aprovechamiento del DR-Cafta para mejorar nuestro comercio con Estados Unidos, sino que también lo hemos sido con nuestros cinco socios de Centroamérica, con los que mantenemos una balanza negativa en proporciones que rondan los 90 a 10, siendo el 90 a favor de los centroamericanos.
Antes de ahogarnos en la “ilusión” de un cambio del DR-Cafta, deberíamos concentrarnos en identificar las fallas que han impedido mejorar nuestra balanza comercial.