La agropecuaria de República Dominicana se caracteriza por un uso poco eficiente del agua disponible y para generar un dólar a la economía consume 1,877 litros. Las proyecciones de mejoría son modestas para 2025, asegura el Gobierno a través del Ministerio de Economía, Planificación y Desarrollo (MEPyD), dependencia que reconoce, además, una problemática relacionada con la eventual escasez del líquido en el sector turismo.
“Una adecuada gestión de los recursos hídricos en los destinos turísticos es especialmente necesaria en la medida que dichos destinos presenten una mayor escasez del mencionado recurso, siendo aún más evidente en entornos insulares, donde resulta más frecuente que surjan conflictos en torno al uso del agua”, afirma el MEPyD en un informe presentado durante el octavo Foro Mundial del Agua, celebrado en Brasil este año.
El turismo depende mucho del agua del subsuelo. “Es tanto el bombeo de agua subterránea en la zona turística de Bávaro y de Punta Cana, que ya se ha generado una cuña de instrucción salina que avanza tres kilómetros tierra adentro”, apunta el geólogo Osiris de León.
La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y Agricultura (FAO) estima que la extracción hídrica total nacional en 2010 alcanzó los 7,156 millones de metros cúbicos, de los que el sector agrícola utilizó 5,715 millones (4,897 millones para el riego y 836 millones en ganadería).
Las extracciones para el sector municipal alcanzaron los 855 millones de metros cúbicos, de los cuales 94 millones fueron destinados al turismo (12%), y el industrial alcanzó los 586 millones de metros cúbicos (8%), mientras que 3,676 millones de metros cúbicos se deberían reservar para el medio ambiente.
“El 83 por ciento de las extracciones de agua para el riego provienen de aguas superficiales, directamente de los ríos o almacenada en los embalses, mientras que sólo el 17 por ciento proviene de las aguas subterráneas”, apunta la FAO.
El ingeniero Gilberto Reynoso Sánchez, experto en manejo de recursos hídricos, estima que, además de utilizar el 80% de la oferta de agua para riego, el sector agrícola de República Dominicana maneja el recurso con una tasa de eficiencia de uso inferior al 25%.
“El problema mayor está en la cantidad de agua que contaminamos del volumen que usamos”, añade a elDinero Reynoso Sánchez, autor del libro “Contraste de la disponibilidad y demanda de agua por provincia, situación actual y retos futuros”, publicado en 2016 con el auspicio del Banco de Reservas.
“Si más o menos el 80% se destina a la agricultura, de ese 80% se desperdicia el 65% y, además, la contamina”, añade Reynoso Sánchez, al sostener que el sector se apoya en métodos de riego arcaicos para la producción que no se utilizan en ninguna parte del mundo.
También Osiris de León, muestra preocupación por cómo el sector agrícola utiliza el agua. “República Dominicana depende mucho del riego por inundación, no del riego por goteo, ni mucho menos del riego por aspersión”, dice.
“El agricultor dominicano está acostumbrado a regar por inundación. Abre una compuerta y el agua pasa por un canal entra e inunda una plantación agrícola. Entonces una parte importante del agua se desperdicia, otra se evapora”, explica.
El método, además de desperdiciar el recurso en forma innecesaria, concentra sales, como los cloruros de sodio y de potasio, en el terreno agrícola y lo va dañando. “Al mismo tiempo produce erosión de la porción más rica del suelo, que es la parte superficial rica en nutrientes, en materia orgánica”, sostiene De León.
Mientras a Reynoso Sánchez le preocupan los niveles de deforestación por la degradación de los suelos y la reducción de su capacidad de conservar las aguas. También, los niveles de contaminación en las fuentes acuíferas y en ríos como el Ozama, el Jimenoa o el Yaque del Norte.
“Si le quitamos el agua degradada en su calidad al volumen que tenemos disponible, nos damos cuenta que estamos sumergidos en una crisis realmente de disponibilidad de agua en calidad y cantidad. Porque no hacemos nada con tener agua en el Ozama que no se puede utilizar para nada por estar lleno de materias fecales y de materias peligrosas para la salud”.
Como ejemplo, recuerda que en el sector Piantini una misma torre de apartamentos perfora para sacar el líquido del gran acuífero subterráneo del Distrito Nacional y a pocos metros hace lo mismo para desechar las aguas residuales. Lo mismo sucede, lamenta, en los complejos hoteleros del Este y otras regiones.
“Estamos expuestos a lo mismo que le ocurrió a los ingleses cuando por falta de alcantarillado sanitario las aguas del río Támesis, que era la fuente principal, se contaminaron y en un solo mes murieron 600 mil por el cólera”.
La historia británica registra tragedias como el denominado Gran Hedor o la Gran Peste del verano de 1858 y la epidemia del cólera que afectó a Londres desde 1840.
“Aquí no tenemos un litoral marítimo sano. La agencia ambiental de Estados Unidos hizo un muestreo que arrojó que el litoral de Santo Domingo está altamente contaminado”, dice el experto.
“Déficit hídrico marcado”
Para Reynoso Sánchez República Dominicana aparenta tener recursos hídricos suficientes para atender las diferentes demandas: consumo, uso agrícola, para el turismo, para el uso industrial y la conservación medioambiental del cauce ecológico de sus ríos.
“Digo aparentemente –enfatiza– porque cuando tú haces la relación entre el total de agua disponible, el recurso hídrico aprovechable, que son en totalidad lo que queda después de los procesos evapotranspiratorios, le queda al país un patrimonio hídrico de unos 25,000 millones de metros cúbicos en promedio anual”.
Explica que de esa cantidad aportada por las lluvias, una fracción de más o menos un 9% se convierte en agua subterránea en los diferentes acuíferos del país, sobre todo en zonas como Boca Chica, Brujuelas, San Pedro de Macorís, La Romana y Punta Cana-Bávaro, el cual define como “el mejor que tiene el país”.
Entiende que, sin las lluvias que se infiltra, circulan por los ríos dominicanos unos 23,000 millones de metros cúbicos al año, lo cual equivale a unos 645 metros cúbicos por segundo.
Los indicadores de organismos como la Organización Mundial de la Salud (OMS) establecen la cantidad de agua disponible por persona que debe tener un país para evitar “estrés hídricos” o niveles de escasez del líquido.
“Si se divide el volumen de 23 mil millones de metros cúbicos por año entre la población de República Dominicana, considerando 10 o 11 millones de habitantes, a cada dominicano le tocaría unos 2,300 metros cúbicos por por año. Es decir, que en función de los indicadores no tenemos problemas”, dice Reynoso Sánchez.
Sin embargo, recuerda que los promedios “son engañosos porque no reflejan la realidad de nada”, ya que hay regiones con la demanda cubierta pero otras tienen dificultades por déficit en el líquido disponible, como la Yaque del Norte (Santiago, Valverde, Santiago Rodríguez, Dajabón y Montecristi), la Yaque del Sur (Azua, San Juan de la Maguana, Elías Piña, Barahona, Bahoruco, Independencia y Pedernales).
Apunta que pese a que en el Cibao Central (Monseñor Nouel, Juan Sánchez Ramírez, La Vega, Duarte, Hermanas Mirabal), “el indicador arroja un valor que todavía es positivo, se aproxima a una crisis”. Insiste en que “aunque República Dominicana aparentemente tiene recursos hídricos para atender todas sus necesidades, la realidad es que es un país con déficit hídrico marcado”.
Estima que la disponibilidad per cápita para 2020 será de 1,502 metros cúbicos por habitante al año. Una “muy baja disponibilidad per cápita”, que llevaría al país a enfrentar una “seria tensión hídrica”, la cual se considera cuando una nación dispone de entre 1,000 y 1,600 metros cúbicos por habitante por año.
“En cuanto a la relación entre todos los recursos hídricos potenciales para todos los usos y la disponibilidad, el país está utilizando el 56.6% de sus recursos hídricos, lo que genera un nivel de presión fuerte sobre los mismos”, dice el experto.
El turismo
Además de su población, para calcular el suministro de agua el país debe tomar en consideración la inmigración flotante y una cantidad de turistas. Solo en 2017 República Dominicana recibió 6,831,883 pasajeros por los diferentes aeropuertos, de los cuales el 90.6% (6,187,542) eran “no residentes”.
“Si bien la actividad turística proporciona beneficios socioeconómicos, también es cierto que dicha actividad deberá tomar en cuenta factores que limitan su sostenibilidad en el mediano y largo plazos. En este sentido, los recursos hídricos son un ejemplo clave”, plantea el documento país presentado en Brasil por el MEPyD bajo el título “Contexto actual del agua en República Dominicana”.
Al recordar la presión del sector sobre el recurso, el Gobierno destaca la construcción de 33 campos de golf, incluyendo 14 en Bávaro-Punta Cana, 7 en Santo Domingo-Juan Dolio, 6 en La Romana y 6 en Santiago-Jarabacoa-Bonao.
Otras áreas en las que estudios realizados registran importantes niveles de consumo de agua en el turismo son las lavanderías, piscinas, cocinas y los jardines, afirma el informe.
“En general el aumento de la población es el factor clave que fija el incremento de la demanda de agua. En este sentido, en determinadas zonas de marcado carácter turístico las exigencias hídricas habituales se ven, incluso, hasta quintuplicadas en determinadas épocas. Esta situación de estrés hídrico hace que, en muchas zonas turísticas, en su mayoría costeras, existan verdaderos problemas de cantidad y calidad en los suministros de agua y la zona desde Boca Chica hasta Punta Cana puede representar un buen ejemplo”, afirma.
Recuerda que el Plan Hidrológico Nacional 2012 plantea que el sector turístico requerirá en 2020 de un caudal de 48.91 millones de metros cúbicos, representando el 0.4% de la demanda global de agua dulce del país. “Este valor se proyecta alcanzará un 1% en el año 2025, y coincide con las proyecciones internacionales de consumo de agua para turismo global”.
Preocupación
El balance entre oferta y demanda de agua arroja un saldo positivo en 25 provincias para 2015, apunta en su investigación Gilberto Reynoso Sánchez. Sin embargo, en 14 provincias de las 25, la demanda “está muy próxima” a la disponibilidad y en 11 provincias “el saldo neto es muy precario” (entre 500 y 1,000 metros cúbicos al año). En las otras seis (Montecristi, Valverde, Azua, San Juan, Bahoruco y Pedernales), “el saldo es negativo” porque la demanda supera la disponibilidad.
Cita la deforestación como “un asunto de mucha preocupación en el país”, por estar asociada con múltiples tipos de impactos ambientales devastadores, como la degradación de los suelos, la erosión de las capas superficial fértil por arrastre de las escorrentías y el aumento de eventos hidrológicos extremos como inundaciones y sequías.