Las cifras sobre el crecimiento económico de República Dominicana generalmente generan reacciones de incredulidad de parte de muchos “hacedores” de opinión pública, porque entienden que ese crecimiento no es percibido por la mayoría de la población dominicana.
Incluso, los enfoques sobre la incredulidad de los indicadores de crecimiento económico tienden a atacar la figura del gobernador del Banco Central, Héctor Valdez Albizu, a veces, hasta con expresiones que rondan lo ofensivo en términos personales.
Sin embargo, se pierde de vista que cuando el Banco Central presenta los resultados de crecimiento macroeconómico se basa en los indicadores y reportes que ofrece el sector privado referentes a cada uno de los sectores donde realiza sus actividades productivas, comerciales y de cualquier otra índole económica.
Recientemente el gobernador del Banco Central realizó una exposición ante más de 1,600 banqueros que participaron de la Asamblea Anual de la Federación Latinoamericana de Bancos (Felaban), que tuvo lugar en la zona turística de Punta Cana.
En esa exposición, Valdez Albizu dijo lo siguiente: “Un punto a destacar al analizar los resultados del PIB (producto interno bruto) por el enfoque de la demanda agregada, es que el sector privado ha sido el principal motor del crecimiento económico durante la última década”.
Agregó que, incluso, en el transcurso de este año, el consumo y la inversión de origen privado explican en un 86% la expansión económica de 6.9% que se verificó en enero-septiembre.
Lo anterior indica, entonces, que cuando el Banco Central ofrece datos sobre el crecimiento de la economía, lo hace con base en los reportes que recibe del sector privado tanto en cantidad de bienes importados, exportados, producidos, ofrecidos, comprados y vendidos.
Un elemento a tomar en cuenta es que mientras mayor actividad económica reporta el sector privado, mayor será su compromiso de pago de impuestos, por lo que se deduce que en caso de alterar esas cifras lo harían para decir que vendieron o produjeron menos, nunca para decir que produjeron más de lo que en realidad han producido, pues así se evitan el pago de mayores gravámenes.
Esto quiere decir que las cifras de crecimiento son las que presenta el sector privado, lo que da a entender que si algunos “hacedores” de opinión pública van a dudar de ese crecimiento, tendrían que dudar del sector privado que reporta sus operaciones en crecimiento y no del Banco Central que simplemente los tabula y hace públicos.
Habría que preguntar a los banqueros si mienten cuando dicen que los servicios financieros crecieron 7.7% en los primeros nueve meses de este año; o verificar si los empresarios de zonas francas alteran los datos cuando reportan que su sector creció un 12% en ese período.
Serían mentirosos los empresarios de la construcción que reportaron un crecimiento de 10.9%, o los comerciantes cuando hablan de que el ritmo de sus ventas presentó un dinamismo de 8.9% mayor que en igual período del año anterior.
No creo que la Asociación de Industrias de República Dominicana (AIRD) haya dicho mentiras cuando reportó al Banco Central un crecimiento de 6.3%, ni que las empresas de telecomunicaciones oculten la verdad al expresar que su actividad económica crece a ritmo de 8% en lo que va de este año.
Son cifras del sector privado que, de acuerdo con el Banco Central, explican el 86% del crecimiento de la economía. Suponemos que el otro 14% está explicado en las actividades del sector público, lo cual casi coincide con el peso de la presión tributaria en el PIB, que se ubica en alrededor de un 14.5%.
No hay dudas de que ese crecimiento económico debe reflejarse más en la mejoría de la calidad de vida de la gente, pues la desigualdad social es evidente.
Pero tampoco hay dudas de que el crecimiento expresado por las autoridades monetarias es real y que, de ponerlo en dudas, estaríamos insinuando que el sector privado está produciendo menos de lo que dice que produce, lo cual se traduciría en una menor capacidad de pago de impuestos, algo que no nos conviene ni a los grandes, ni mucho menos a los pequeños, a los más pobres del país.